*—Dominick:
No podía seguir aguantando.
Dominick soltó un suspiro pesado y se pasó una mano por el rostro, intentando recobrar la calma. Su piel estaba caliente, demasiado, como si el aire húmedo de la villa se hubiera vuelto un horno… o tal vez porque su Rut estaba a la vuelta de la esquina y cada fibra de su cuerpo lo estaba preparando para desbordarse. Sus pupilas doradas se contrajeron con fuerza, clavadas en Callum, que seguía tendido en la cama con esa sonrisa de tentación que no ayudaba en nada.
Dominick apretó la mandíbula, luchando consigo mismo. El instinto rugía, exigiéndole tomarlo, marcarlo otra vez, hundirse en él hasta que el mundo desapareciera. Y aun así, se obligaba a respirar hondo, a repetir en su mente que Callum todavía se estaba recuperando, que sus pezones hinchados eran prueba de lo frágil que estaba su cuerpo.
Pero lo frágil nunca se había visto tan condenadamente provocador.
Dominick rompió la unión visual y dejó a su amado descansar antes de salir hacia la