-Darius-
Desde el balcón del segundo piso, donde la luz plateada de la luna se filtraba entre los árboles, mis ojos encontraron el perfil oscuro del castillo.
Aún estaba en pie. A pesar de todo. Como si se negara a morir, como si las paredes quisieran seguir contando una historia que el mundo ya había olvidado… o prefería no recordar.
Ahí crecí.
Ahí fui príncipe, hijo del rey.
Ahí también vi morir a mi familia.
Apoyé las manos en la baranda de piedra. La madera nueva de esta casa contrastaba con los muros viejos del castillo, con su eco hueco y sus salones fantasmas. Podía verlo todo. El salón principal iluminado por fuego y sangre. El caos de aquella tarde.
Las manadas se habían unido. Alfas que una vez se inclinaban ante mi padre, decidieron que era suficiente. Vinieron con dientes y furia. Casper lideraba la carga. Yo estaba encerrado, acusado de traidor. Mi propio padre me había lanzado a una celda, creyendo que quería arrebatarle el trono
Fueron los gritos los que me alertaron. E