La nana evidentemente ya había tratado con Regina y sabía que era experta en buscar problemas, así que ni se molestó en explicar.
Simplemente apagó el televisor y se levantó para decirle: —Ya está dormida.
Regina se dirigió hacia la habitación de Sofía.
...
Sofía era muy obediente, siempre se dormía puntualmente a las nueve.
También hoy, después de arroparla, me miró expectante: —Mamá, ya no quiero escuchar cuentos de princesas.
Me extrañó: —¿Por qué?
Antes le encantaban las princesas hermosas y delicadas.
—Las princesas de los cuentos siempre necesitan que otros las salven —Sofía apenas hoy había empezado a darse cuenta...
Si esperas que otros te ayuden, tienes que aguantar muchas cosas desagradables. Y esperar a que noten que te sientes mal. Pero con el taekwondo sería diferente... Podría vivir feliz y libremente. ¡Podría protegerse sola!
—Eso es muy pasivo —dijo— No me gusta.
Me sorprendí.
Estas lecciones las había aprendido yo después de más de veinte años, tropezando una y otra ve