—¿No decía ella que dejar que los rumores crecieran no afectaría tanto a los niños? —dijo Daniel—. Espero que piense lo mismo ahora que le está pasando a su hijo.
—Me tranquiliza saber que ya tienes un plan —asentí en acuerdo.
—¿Y si no supiera qué hacer? —preguntó Daniel casualmente.
Me reí suavemente: —Eres demasiado inteligente y quieres tanto a Sofía que nunca permitirías que sufriera así.
Al oír esto, incluso sus ojos habitualmente fríos se llenaron de calidez.
***
En la entrada del jardín de niños, Carolina, que normalmente llegaba tarde, hoy había venido temprano a propósito. Apenas nos vio llegar a Daniel y a mí, corrió hacia nosotros.
Aunque estaba enfadada, tuvo que bajar la cabeza: —Señor Jaramillo, mi hijo está siendo aislado en la escuela por los rumores que usted difundió.
—No es para tanto —respondió Daniel con las manos en los bolsillos y una mirada glacial.
—¿Cómo que no es para tanto? —replicó Carolina sin pensarlo—. En el jardín de niños, ningún compañero se atreve a