Daniel colgó el teléfono y se acercó a mí: —¿Te molestaría acompañarnos esta noche?
—No hay problema —asentí.
Daniel se sentó a mi lado y comenzó a hablarme sobre la situación de los abuelos maternos de Sofía. Al mencionar el pasado, su voz se tornó nostálgica —Desde que falleció la madre de Sofía, sus abuelos quedaron muy afectados y su salud se deterioró.
No sabía exactamente cómo consolarlo, así que solo comenté —Tal vez si pasan más tiempo con Sofía, podrían mejorar, ¿no crees?
Daniel esbozó una leve sonrisa —Eso espero —se levantó— Vamos a almorzar.
Esta vez tampoco fuimos al comedor de la empresa. Daniel me llevó a un restaurante cercano y ordenó varios platillos —Estos son las especialidades de la casa —me explicó. Después de trabajar varios años en la zona, conocía muy bien los restaurantes del área.
Mi ánimo estaba inusualmente ligero —Los probaré —respondí.
—¡Vaya! ¡Daniel, qué coincidencia encontrarte aquí! —al escuchar esa familiar voz femenina, volteé a mirar.
Era Valeria,