Capítulo 18 —Pequeños mafiosos
Narrador:
Sasha se quedó inmóvil. El beso todavía palpitaba en sus labios, como si Eros siguiera ahí, hablándole con la boca en vez de con palabras. Pero no. Ya no estaba.
Cuando logró recuperar el control sobre sus piernas, salió corriendo hacia la puerta del vivero. Afuera, el aire fresco le pegó de frente. Lo vio justo a tiempo; Eros se subía a su moto, con esa campera de cuero neg*ra que parecía hecha para él, ajustándose los guantes con una calma que le partía el alma.
El motor rugió. Ni siquiera miró hacia atrás. Y entonces se fue. Como si nada. Como si no la hubiese dejado sin aire segundos antes.
Sasha se quedó de pie, con las manos aún sucias de tierra y el corazón hecho un nudo, con los pies clavados en el suelo y la garganta cerrada. Quería gritarle... quería detenerlo... quería... todo. Pero no hizo nada.
—¿Era Eros? —preguntó una voz pequeña a su lado.
Sasha dio un respingo y giró la cabeza. Sofía, con su melena revuelta y una galleta mordida