Desde la distancia, había tres personas observando la situación cerca de la cabaña de Stephan Rider, y era el mismo Stephan, aquel que observaba todo en silencio, mientras su hija y esposa daban un fuerte suspiro de alivio.
Las cosas habían salido como Stephan había pedido. Su hija había hecho un buen trabajo, lo cual haría que no se enojara por el hecho de que todo había sido un desastre.
—Bien hecho, Vania, hiciste un buen trabajo… —Vania hizo una pequeña reverencia con su cabeza, mientras su madre, llena de orgullo, le apretó su mano con emoción.
Para Vania, su madre era verdaderamente lamentable, aquella hacía cosas que incluso consideraba demasiado incoherentes. Su madre amaba a su padre locamente, tanto así que estaba ciega ante la realidad.
Vania había tenido que pelear consigo misma para no traicionar a su padre, pues si creía que le tenía temor a su padre, no había imaginado nunca que le temería a una mujer como Rachel Blaine.
Aquella mujer que se veía dócil y elegante, no má