La impaciencia recorría por completo a la familia Blaine. Los patriarcas estaban pensando en mil y una maneras de deshacerse de Stephan Rider, dejando de lado los ataques indirectos.
Mientras tanto, Orión Blaine, preocupado, parecía tener un pensamiento más violento; él consideraba que la única forma de estar tranquilos era deshaciéndose de aquel hombre.
No muy lejos estaban los pensamientos de Rachel, que temía que ahora que aquel hombre sabía de la existencia de su hija, y por la mirada que le había mostrado, indicaba que no se quedaría tranquilo hasta conseguirla.
—Todo estará bien, Rachel, no debes preocuparte… —Orión tomó la mano de su hermana, que observaba a la pequeña niña en el regazo de su abuela. Ella, a pesar de tener el corazón a mil, intentaba comportarse para que la niña no notara la preocupación de los adultos.
—¿Por qué mami no me dejó terminar? Quería terminar mi poema, lo trabajé junto con la abuela, ella me enseñó las palabras difíciles. —Cosette hizo un pequeño mo