—Esposa... he venido por ti...
Las palabras de Alaric Winter resonaron en el silencio tenso del jardín, un eco cargado de una posesión arrogante que hizo que la sangre de Rachel se enfriara.
Ella no se movió.
Su postura no era de miedo, sino de una calma fría y absoluta que desarmó al hombre que tenía delante.
Miró al magnate que se atrevió a llamarla así, al hombre que la había abandonado, y una sonrisa amarga y gélida se dibujó en sus labios.
—Señor Winter —dijo, su voz tranquila pero cortante—. Creo que se ha equivocado de dirección. Ya no soy su esposa. Ese papel fue anulado hace cinco años. Mi nombre es Rachel Blaine.
Alaric, acostumbrado a que todos se inclinaran ante su presencia, se tensó.
El dolor y la desesperación que había sentido durante cinco años se mezclaron con la rabia ante la indiferencia de la mujer.
—No me digas lo que puedo o no hacer. Sé que cometí errores, pero te he buscado. Te he buscado a Destiny por cinco años. Por favor, déjame explicar...
Aunque Rachel mo