Un marido para la princesa. Capítulo 3. Verdades descubiertas
Christian Goldman
Sentía mi cuerpo temblar, el ardor en mi estómago era insoportable, como si alguien me taladrara o enterrara un objeto punzante y se dedicara solo a seguir moviéndolo en mi herida, de repente escuché unos pasos y voces que no quise identificar a quien pertenecían, porque la bruma en mi mente me impedía pensar.
—Llevémoslo para que lo atiendan. Se ve muy débil —dijo uno de los hombres.
—¿Cómo no va a estar así? Mira sus labios están por completo agrietados, al parecer ni agua le han dado, mucha menos comida. ¡Ayúdenme a levantarlo! —pronunció el otro, mientras yo luchaba por no caer en la inconsciencia.
Tiempo después, no podría decir cuánto, porque perdí por completo la noción del tiempo, abrí los ojos y estaba en la enfermería, con un suero conectado a mis venas y una enfermera, intenté moverme y ella me lo impidió.
—Por favor, no se mueva, manténgase quieto, está muy débil, el doctor Isaac ya viene, él ha estado pendiente de usted, incluso gracias a su intervención