ACEPTO

CAPITULO 5

Francisco se sube en su caballo mientras le da un empujón a Adriana que lo ve sorprendida.

Luciana no llega muy lejos, antes de ser alcanzada por su padre, ella no es una buena jinete.

—¡¿Por qué me mentiste papá?!— grita Luciana sintiendo el desespero que sale por su garganta, de la traición de su padre.

— Era lo mejor para ti, Mateo ha muerto y Antonio está aquí para ti — Francisco la obliga a bajarse del caballo, Luciana forcejea un poco con su padre.

— Solo quieres dinero, siempre tuve claro que solo era tu moneda de cambio — Luciana desahoga el dolor de su pecho, el mismo que desde hace mucho tenía en su corazón, la carga de no ser valorada por su padre.

— Está bien, vete, ya entendí que este es el mejor fin — Francisco saca de la cinturilla de su pantalón un arma y la coloca en su cabeza.

—¡Baja eso papá!— grita ella mientras abre los ojos horrorizada e intenta detener la mano de su padre 

— Es lo mejor que me puede pasar, prefiero morir a ver cómo pierdo todo, incluida la casa que construimos con tu madre — Era un claro chantaje de Francisco, solo deseaba manipular los sentimientos de su noble hija.

— Regresaré, solo baja el arma — Luciana sentía que sus manos estaban temblando, no podía perder a su padre, lo amaba a pesar de sus errores.

Francisco se arrodilló, le pidió perdón por usarla, pero sin esta boda no existirá más un legado de los Bianchi.

Luciana abrazo a su padre, le ayudo a levantar del suelo, acepto, se casaría con Antonio por el bien de la familia, aún amando a Mateo.

El Alfa de la manada, Antonio, sonrie mientras esperaba en el altar a su prometida.

Desde que la vio sabía que ella sería su esposa y su compañera, nunca se sintió de sangre limpia, pero ella era la ilusión de casarse con una damita loba de buena sangre lobil.

— Señor, no encontramos a la novia — le informa un sirviente que agacha la mirada.

Antonio furioso lanzó el adorno de flores de la mesa — ¡Busquenla! Ella es mía —, nunca había sentido algo igual, una rabia que no pudo contener y que por poco le hace perder la cabeza.

Lucíana en ese momento entro en el altar, con su vestido blanco pero su peinado un poco enmarañado.

— Aquí estoy, dispuesta a ser la esposa del Alfa, — suspiró mientras tomaba la mano del lobo que solo significaba una ruta de escape para su padre.

—¿Dónde estabas?¿Pensabas dejarme plantado?— abrió los ojos Antonio, esa idea lo volvía loco, estaba tan ilusionado que perder a Luciana significaba perderlo todo.

— Te prometí que sería tu esposa, y desde hoy seré tuya — Luciana fingió una sonrisa mientras empezaba la ceremonia.

—¿Aceptas a Luciana Bianchi como tú compañera?— pregunto el lobo mientras colocaba un hilo rojo en el dedo anular de Antonio, ese no dudo un solo segundo en decir " Acepto".

La pregunta fue hecha para Luciana, pero a pesar de un largo silencio de varios segundos, acepto, ya no había marcha atrás.

Antonio le dió un beso y aulló a la manada que respondió con aullidos y aplausos, ahora tenían reina.

La fiesta empezó, los lobos bailaban felices de lado a lado, lanzando flores de diversos colores a la mesa de los enamorados.

— He decidido quedarme en la manada — Antonio le dió un beso en los labios a Luciana.

—¿Porque? Pensé que querías regresar al campo y tus tierras — Lucíana no sentía un solo gramo de felicidad, pero deseaba corresponder la felicidad de Antonio.

— Por ti, se que ese mundo no es para una preciosa loba como tú, viajaré de vez en cuando, pero solo deseo tu felicidad — Antonio estaba dispuesto a sacrificar su felicidad por la de Lucíana, ella notaba estos gestos pero su cabeza solo tenía el recuerdo de Mateo.

Las lobas fueron por Luciana, era momento de subir a la habitación nupcial, para que se preparara para su esposo.

Ella estaba muy nerviosa, sabía de la tradición de la sábana manchada y si algún anciano la pedía estaría perdida, o peor aún, si Antonio se daba cuenta de su falta de pureza, sería condenada al destierro.

Subio de inmediato con las piernas temblorosas, se colocó una bata de seda color negro y espero en la cama llena de rosas a su esposo.

Antonio tomó un trago y sonrió, nadie podía imaginar lo mucho que deseaba tocar la suave piel de Luciana.

Adriana se acercó a él — Por favor no seas severo con ella — susurro.

— Seré delicado, la cuidare como una flor — Antonio creía que la tía de la novia estaba preocupado por lo que sucedería en la habitación.

— No me refiero a eso, Antonio, eres mi Alfa y mereces respeto de mi parte y mi lealtad, 

Creo que mi sobrina se ve con otro lobo, el intento llevársela en la tarde y por eso llegó tarde a la ceremonia — Adriana le haría la vida imposible a Luciana, era una promesa que se hizo al escucharla decir que Aceptaba ser la esposa del lobo que ella amaba.

Antonio sintió como las venas de su cabeza brotaban por la rabia — Regreso, me eligió y prefiero pensar eso —.

— Espero que regresará por eso, tengo el presentimiento que ella se entregó a él, está tarde ella dejo su virtud a ese lobo y el la abandonó, tu eres la tabla de salvación — Las palabras de Adriana buscaban dejar un veneno en la cabeza de Antonio, y habían hecho efecto.

Este le dió un suave empujón a la loba y subió de inmediato a la habitación, quería enfrentar a Luciana, preguntarle si era verdad las palabras de su tía, pero se encontró con su rostro, su cuerpo tembloroso, sentada en la cama, a la expectativa, tenía que ser una mentira.

— Luciana... — no pudo decir nada más, la tomó de la mano y la puso de pie, le quitó la bata y vio el conjunto de lencería blanco que decoraba su piel.

— Soy tuya — suspiro Luciana agachando la mirada.

Luciana no dijo nada, solo recibió cada beso de Antonio, mientras sentía como sus manos recorrian su piel acostandola.

— Te amo — Antonio la beso y lentamente bajo las manos delineando la piel de Luciana.

Ella accedió a los besos y caricias, a pesar de sus sentimientos confusos, se sentía bien, Antonio era delicado y su Alfa fuerte le hacía brotar sus instintos de loba.

Antonio le quitó la ropa casi rompiéndola, lentamente entro en ella, pero su rostro cambio, fue fácil y a pesar de estar un poco apretado, no costó mucho.

La beso con fuerza, su ternura dejo de estar en un par de segundos, Lucíana se estaba dejando llevar, sentía como Antonio aceleraba el ritmo y gruñía en su oído.

Lucíana lanzó un suave gemido en su oído, odiaba aceptar que le gustaba lo que sucedía porque sentía que le faltaba a la memoria de Mateo.

Antonio la tomó de la manos y la beso mientras tocaba el climax del cielo juntos.

El cayó en el pecho de Luciana, ella tenía una sonrisa en su rostro que se borró de inmediato, Antonio se levantó de manera agresiva.

— Dame la sábana — le dijo con un tono de voz grueso y enojado.

—¿Disculpa?— ella agarró la sábana y cubrió su desnudez.

—¡Dámela!— grito Antonio que se la quitó de un solo tirón, no había mancha — No tenías virtud ¡¿Quien fue?!— grito.

Luciana estaba llorando, se levantó de la cama con las manos temblorosas.

— Nunca te lo diré — Lo miró a los ojos, lo retó sin importar lo que sucediera, nadie sabría que Mateo la tomó.

—¡¿Quien fue?!— Antonio la tomó del cuello con tanta fuerza que por poco la ahoga, pero reaccionó, sus celos lo dominaban, la idea de saber que ella era de otro lo estaba volviendo loco.

Al soltarla, Luciana cayó al suelo, abrió los ojos llenos de furia —¡Nunca lo sabrás pero es mejor que tú !— ese grito dejo salir la rabia del pecho de Luciana.

Alguien golpe la puerta, era una de las empleadas de la mansión — Los sabios quieren ver la sábana y presumir la virtud de la reina — .

Antonio regreso, Lucíana sabía lo que le esperaba el destierro.

Sin embargo, el lobo se cortó la mano un poco y dejo caer un par de gotas de su sangre en la sábana, la entrego a la empleada.

Luciana no podía creer que Antonio la acabará de salvar — Gracias — dijo tartamudeando.

— No me des las gracias, te juro que cada día de tu vida la haré miserable por jugar conmigo o hasta que me digas el nombre de ese desgraciado que te quito la virtud — Antonio le dejo claro que su vida sería un infierno.

Mientras tanto.

Una loba joven pescaba con su padre lobo lejos de la montaña —¿Que es eso papá?— señaló un bulto a la distancia.

El pescador se lanzó y logró salvar a un lobo que estaba muy malherido.

Tenía una herida en el vientre y estaba muy débil —¿Que le paso?—.

El lobo apenas podía hablar

— Soy.. Mateo Moretti y escape de Viento de Luna — estaba vivo, el amor de Luciana aún estaba vivo

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