49. Infierno
El beso comienza hambriento. Scarlett no sabe porqué lo ha hecho. Pero está necesidad ya la estaba asfixiando. De puntillas, apoyándose en él rodeando su cuello no detiene el beso. Scarlett guía a su propia boca seguir la suavidad de los labios de su esposo.
Pero Gerald…
Gerald está sorprendido, está rígido, con los ojos abiertos creyendo que esto es una broma. A su esposa, la mujer que ha deseado como un loco, lo besa con una suavidad indistinguible, deleitable. Cuando su mente acuerda que esto no lo está imaginando Gerald pierde la cabeza.
Aprieta el trasero de su mujer y afianza más el beso. Si los labios de Scarlett estaban hambrientos, pues, los de Gerald están jodidamente en inanición. Dándose cuenta que su esposo despertó la furia hambrienta ahora es Scarlett quien abre los ojos. Su marido ya le está devorando la boca, alzándola entre sus manos. La toalla que cubre el cuerpo de Scarlett se desliza por su cuerpo y sus senos redondos se pegan contra el pecho de Gerald. Ya r