55. Savino tiene que estar bien
Cuando la noticia de Savino llegó a Serafina a través de un mensaje de texto, su corazón se detuvo por una milésima de segundo.
— Serafina… ¿estás escuchando a Filippo? — le preguntó su madre, sacándola de su ensimismamiento.
Alzó el rostro, aturdida y con lágrimas contenidas en los ojos. Se encontraban en el salón, compartiendo una taza de té.
— Lo siento, me distraje por un segundo. ¿Qué me decías? — preguntó con una sonrisa tensa. Sus manos sudando y temblando de miedo.
— Filippo te decía que le gustaría invitarte a cenar esta noche. Dale una respuesta. Estoy segura de que te encanta la idea, ¿no es así?
Serafina parpadeó.
— Yo, bueno… me siento un poco indispuesta. ¿Podríamos dejarlo para después?
Priscila abrió los ojos, atravesándola con crudeza. ¿Qué estaba haciendo esa niña? ¿Cómo se daba el lujo de rechazar a un perfecto candidato para pedir su mano cuando cumpliese la mayoría de edad?
— Creo que salir te hará bien, cariño, además, Filippo se encargará de que pases una velada