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CAPITULO 3 ES A TI A QUIEN AMO. Sebastián Ghill.

─ Traigan comida ─ ordenó Franchesco.

─ No tengo hambre, tío. ─ Mencionó, Aleska.

─  Yo tampoco he comido nada en todo el día, traigan para los dos, ─ pedí y Frenna, me observó implorante. Se notaba mal y cansada.

─ Tú,  también debes comer algo, ─ le susurró mi padre, a Frenna. Ella se deja envolver por los brazos de él, buscando el apoyo que necesita. Mi madre,  lo observa y Franchesco, a ella.

Observo a Laissa, y tiene su mirada fija en Aleska, y en mí, respiro profundo. Ellas han sido muy buenas amigas, pero en este momento me pregunto si hice bien, en dejar que me acompañara, porque no deseo hacerle daño.

Laissa, camina hacia nosotros.

─ Aleska, ─ murmura Laissa, abrazándola.

─ Gracias por todo, ─ le susurra Aleska, abrazándola también, frunzo el entrecejo al escucharla.

Laissa, me observa nerviosa y besa la frente de Aleska.

─ Te dejaré con Sebastián y estaré afuera por si me necesitas, ─ murmura Laissa y yo, solo deseo no hacerle daño, pero eso será inevitable, porque no abandonaré a  Aleska.

Todos salen, me despojo de la chaqueta y los zapatos, la enfermera me observa cuando  rodeo la cama y me acomodo al lado de Aleska,  atrayéndola a mi cuerpo.

─ ¡Sebaaasss! ─ se queja.

─ Vamos hacer un trato tú y yo, ─ musito tomando su mentón y levantándolo, colocando su rostro frente al mío.

Ella, no enfoca completamente su mirada, pestañea intentando visualizarme, me doy cuenta que está recuperando poco a poco su visión, todavía tiene su cabeza envuelta entre vendas, la inflamación a cedido solo un poco, en estos momentos vuelvo a odiar a Melissa.

La observo siguiendo con mi escrutinio, ya puede abrir los ojos, pero los colores verdosos en su rostro me molestan, porque eso no debió haber sucedido.

─  Pase, lo que pase, no volverás a huir, ni a separarme, de ahora en adelante estaremos en esto juntos, ─ menciono.

─ La cirugía es en una semana, quizás no...

─ La superarás por nosotros dos  y seguiremos adelante, ─ la interrumpo. Ella respira profundo, puedo notar el miedo reflejado en su rostro y no niego que yo también tengo mucho miedo.

─ Prométemelo, ─ le pido.

─ No es justo con Laissa, ─ murmura.

─ Laissa y yo, ya hablamos, ella está clara, los tres sabemos, que es a tí a quien amo. Ni los cinco años que duramos separados te arrancaron de mi alma, también estoy seguro que tú tampoco lograstes arrancarme de la tuya ─ susurro y sus lágrimas comienzan a rodar nuevamente, las limpio y beso sus mejillas y sus ojos.

─ Prométemelo, ─ le pido.

─ Lo prometo, Sebas. ─  Susurra.

─ Te amo, ─ le aseguro tratando de que lo comprenda, busco sus labios y la tomo con un beso que voy profundizando poco a poco, pero noto que está débil y pronto le falta la respiración.

─ Lo siento ─ susurró besando sus mejillas.

─ ¿Por qué? ─ Pregunta acomodando su rostro en mi cuello.

─ Por desear besarte de esa manera, cuando no estás en condiciones ─ murmuro.

─ Yo, siento que lo necesitaba ─ susurra.

─ ¿Por qué? ─ Ahora soy yo, el que le pregunta.

─ Porque sentí que me dio fuerzas para continuar ─ susurró.

─ Y te daré muchas más fuerzas, te daré ganas de vivir, Aleska,  ─ le aseguro besando nuevamente sus labios, pero esta vez  ligeramente.

la puerta se abre y es la enfermera, que no se en que momento salió, viene con la bandeja de comida. Camina hasta la camilla clínica donde estamos Aleska y yo, y se acomoda para ella misma alimentarla.

─ Yo lo haré, ─ menciono dispuesto a no separarme nunca más de ella, así ahora esté casado y próximo para ser padre, pero Aleska, es mi vida y nadie me quitará de su lado.

Tomo el plato de sopa y comienzo a dárselo, puedo notar que ella la consume muy lentamente. Frunzo el entrecejo.

─ Debe ser lento para no devolverla ─ musita apenada, y yo siento pesar pensar por todo lo que ha pasado.

Noto su frente sudorosa a pesar del clima.

─ ¿Te duele algo? ─ Le pregunto preocupado.

─ Me duele un poco el estómago, no había comido nada y...

─ Te inyectaré un protector gástrico ─ menciona enseguida la enfermera interrumpiéndola.

─ Noto el plato de sopa y no lleva ni consumido la mitad.

─ Ahora más tarde intentamos que deguste otro poquito más ─ me informa la enfermera y yo asiento preocupado, pero si ellos lo aconsejan creo que esperar será lo mejor.

Observo cuando le inyectan el protector gástrico.

Después de eso la abrazo y la atraigo a mi cuerpo, acomodándonos en la cama clínica.

─ Descansemos un rato ─ musito.

─ Laissa, debe estar...

─ Ella está bien, hablé con ella y ambos estamos claros ─ expreso interrumpiéndola.

─ Ella, es una persona muy buena, no me equivoqué, cuando la dejé en tú camino para cuando yo, ya no estuviese más ─ murmura y siento una opresión en el pecho. No le he reprochado nada por alejarme en aquel momento y no pienso hacerlo en este, pero más adelante tocaremos ese tema.

─ El tío Jordan, mañana se reunirá con tus médicos, queremos trasladarte para Washington, ─ le informo para desviar esa conversación que tenemos pendiente.

─ Pero...

─ Aleska, déjanos ayudarte, ahora  no estás sola, amor. Todos estamos contigo ─ le aseguro y ella, busca a tientas mi rostro para acariciarlo, ya que no logra enfocarlo correctamente.

─ Debes estar muy desesperado, desde que estás hablando hasta por los codos, ─ musita.

─ Tú, siempre me has hecho hablar, ─ le recuerdo.

─ Sí, pero antes era para hacerme el amor, no para levantarme los ánimos antes de morir, ─ susurra y sus palabras me duelen y vuelvo a tener esa sensación de no aceptación.

─ No vas a morir, prométemelo, ─ le pido tomando su mentón.

─ ¿Cómo puedo luchar contra eso? ─ Pregunta llenando sus ojos enrojecidos de lágrimas.

─ Con ganas de vivir ─ le respondo.

─  Mi único deseo es que me hagas el amor, antes de ingresar a esa cirugía, ─ musita y yo, me estremezco, porque no quiero que ella se despida antes de ingresar a ese quirófano, siento que el mundo se detiene o yo deseo detenerlo,  porque no quiero perderla, mucho menos en una semana.

La observo dormir y puedo notar que está más tranquila, he logrado que consuma un poco más de comida, lo hace en pequeñas cantidades tratando de que su estómago no la devuelva, pero ya la procesa mucho mejor.

Con cuidado de no despertarla salgo de la cama clínica. Todos han ingresado en diferentes oportunidades a la habitación de Aleska, pero yo  he salido de ella, en muy pocas oportunidades desde que llegué y solo para buscar información, sé que debo hacerlo nuevamente, para poder enfrentar el mundo que se avecina y hoy necesito más que nunca, obtener información.

La observo y puedo notar su rostro con los morados y su inflamación, a pesar de que a cedido con el tratamiento, todavía es muy notoria y no puedo dejar de apretar la mandíbula y pensar en Melissa y sus acciones tan drásticas, agresivas  y descabelladas.

Ella, debió irse en mi contra, cuando sospechó que yo, esa noche me había ido para un reencuentro con Aleska, dejando totalmente embriagada en una habitación de la mansión,  a su prima; mi novia en aquel entonces y mi esposa hoy día.

No puedo decir que me arrepiento de lo sucedido esa noche cuando Aleska y yo, volvimos a estar juntos, porque mentiría con descaro, de lo que si me arrepiento es de no haberla cuidado lo suficiente para que esto no ocurriera, porque yo conozco a Melissa, y sabía perfectamente de los arranques de ira que puede tener.

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