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CAPITULO 4 TE DARÉ GANAS DE VIVIR. Sebastián Ghill & NARRADOR OMNISCIENTE

También me arrepiento de no haber indagado más el motivo por el cual Aleska, me había abandonado hacía cinco años. Solo creí en esa estúpida mentira que se inventó, para alejarme de ella y no descubrir la enfermedad que estaba padeciendo.

Salgo de la habitación sin hacer ruido y ubico a la enfermera, para que esté pendiente, por si Aleska, necesita algo en mi ausencia.

Necesito comunicarme con el tío Jordan, papá y Franchesco; para ver que noticias tienen, ya que hemos evitado hablarlo en la habitación delante de Aleska.

Busco mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón deportivo el cual está  vibrando, lo observo y es un mensaje de Caleb, decido leerlo más tarde, después que tenga las  noticias que necesito. Todos se han comunicado en algún momento preguntando por Aleska, pero todavía no tenemos ni siquiera nosotros una decisión definitiva, si continuamos aquí en España, o viajaremos a los Estados Unidos.

─ Ya están reunidos, ─ me informa mi madre. Frenna, eleva la mirada hacia la mía, se nota angustiada por la falta de noticias o las que se están acordando en esa reunión.

Laissa,  se levanta del mueble donde está y viene hacia mí, me abraza y busca mis labios. Estoy agradecido con ella, ya que ha sido muy tolerante con esta situación.

─ ¿Cómo está? ─ Me pregunta mi esposa, en su rostro puedo notar su preocupación. Aleska y ella, han sido amigas desde niñas y Laissa, es una de las testigos, no solo de nuestro amor; sino cuanto me pegó nuestra separación y ahora esta noticia de saber que Aleska, lo que ha estado es padeciendo esta enfermedad.

─ Más tranquila, aunque sus dolores de cabeza persisten ─ le informo y ella me abraza.

─ Iré a verla para que no esté sola ─ musita Laissa. Ella, le ha hecho largas compañías y hasta hemos estado los tres en la misma cama, ambos abrazando a Aleska, demostrándole que estamos para ella.

─ En este momento está dormida, tú también deberías descansar ─ le propongo ya que su embarazo le ha causado molestias y ella rodea más su abrazo sobre mi cuerpo.

Mi madre y Frenna, la observan. Le pregunto a Laissa, cómo va con los síntomas del embarazo, respondiendo que sigue con los síntomas más fuertes que antes.

Se que soy egoísta, y quizás la mala persona sea yo, pero desde que apareció Aleska, solo me interesa el embarazo de mi esposa, nuestro matrimonio fue un contrato, donde las dos familias se beneficiarían y no es un secreto para Laissa, el amor que siento por Aleska, ella mejor que nadie, tenía conocimiento de cuánto nos amábamos y aún lo seguimos haciendo, no deseo hacerle daño a Laissa, pero no puedo controlar el amor que siento por Aleska.

Beso la frente de Laissa y la separo de mi cuerpo, ella me observa y puedo notar su tristeza, pero tampoco puedo alimentar lo que ya no será más, porque Laissa, es mi esposa, pero ya no será más mi mujer. Todavía no comprendo cómo ella aceptó casarse en esas condiciones, pero lo cierto, es que aceptó firmar el contrato.

Ingreso al estudio donde están reunidos con el tío Jordan,  Franchesco y hasta mi padre, que están con los médicos tratante de Aleska.

─ El riesgo de la cirugía es mayor, también se corre el riesgo de la perdida de la visión permanentemente, también la actividad motriz está comprometida.

─ Ya pasamos por eso una primera vez y Aleska, logró superarlo ─ interrumpió Franchesco, al especialista que estaba explicando.

─ Esta vez el riesgo es mayor. Aleska, ha sufrido una contusión y hay una inflamación mayor, por ese motivo propongo esperar una semana más para la cirugía, desde hace tres días la paciente está evolucionando mucho mejor al tratamiento y hasta anímicamente ─ propone otro especialista.

─ Si está dentro de las posibilidades la espera, creo que sería más conveniente para su estado de ánimo. En lo que he dialogado con Aleska, he percibido que pasó por varios estados de depresiones, eso es una posibilidad que hasta se le hubiesen alargado los tiempos de tratamientos, ya que según su narración, había momentos en que ya no deseaba continuar y abandonaba la lucha. Esta vez ella tiene un incentivo y se está aferrando a él. Nunca he aconsejado a mis pacientes, a mantener una dependencia para poder luchar, pero en el caso de Aleska, estoy seguro que ella siente que Sebastián, es su bastón de apoyo y eso le ha levantado el ánimo y se está llenando de vitalidad y ansias de vivir ─ expresa mi padre y... si yo, soy ese bastón que ella necesita para devolverla a la vida, aquí me tendrá a su lado, pase lo que pasé y le pegue a quien le pegue.

Admiro mucho a los dos hombres que están sentados, tanto a mi padre, como a Franchesco; para los dos estos tres días transcurridos han sido tolerables el uno, con el otro, dialogan como dos hombres profesionales. Mi padre, cuando no está con Aleska, está con Frenna, que necesita tanta ayuda como Aleska.

─ Propongo esperar la semana bajo supervisión, de allí decidiremos si es aconsejable viajar o no. ─ menciona el tío Jordan.

─ El quirófano estará listo, bien sea aquí o en Washington ─ indica Dabo, el amigo de Aleska. Quien me sorprendió que perteneciera al servicio promotor médico y científico internacional. En su trabajo  para Franchesco, él es el encargado de buscar los contactos con los diferentes especialistas, que sean necesarios en cualquier país donde estén. Dabo, a trabajado hasta para la unidad de medicina internacional militar.

Culminando la reunión salí del área y me comuniqué con mis primos, hablamos de Aleska, y luego de los contratos que teníamos y yo, estaba en el deber de cumplir. Cuadré con ellos para programar desde aquí todos los hologramas y caracterizaciones virtuales que necesitábamos. Hablé también con la tía Abigail, quien ha estado angustiada.

Al  ingresar nuevamente a la habitación, Aleska; ya estaba despierta. El ruido de la puerta le indicaba que alguien había ingresado. Caminé hasta la camilla y tomé su mentón, elevándolo un poco y tomando sus labios con los míos, iniciando un suave beso. Ella sonrió y eso me dio a entender que mi padre tenía razón.

─ ¿Ya no te duele la cabeza? ─ Le pregunté, porque eso es lo que más la ha atormentado.

─ Solo un poco, con el tratamiento ha disminuido bastante el dolor ─ musitó y sentí alivio al escucharla, lo que más deseo es que ese tumor desaparezca. Volví a buscar sus labios perdiéndome entre ellos, ya los tiempos entre los besos eran más tolerables y eso me demostraba que su cuerpo estaba tomando más energía.

─ Ya la tina está preparada  ─ mencionó la enfermera saliendo del tocador.

─ Yo me encargo ─ le dije interrumpiendo muy a mi pesar el beso. Tomé entre mis brazos a la mujer que era mi novia desde adolescentes y no deseo perder, ni siquiera por circunstancias de la vida.

Caminé hasta el tocador y...

─ ¿Me ayudarás a duchar? ─ Preguntó Aleska.

─ Siempre estaré para ti ─ mencioné acomodándola en un mueble del tocador y comenzando a desvestirla. Tocaron la puerta y sabía que era Frenna, quizás venía ayudar.

─ Adelante ─ mencioné y no me equivoqué, era Frenna.

─ Yo me encargo, tú ve a descansar ─ le dije ya que se notaba agotada.

─ ¿No necesitas ayuda? ─ Preguntó observando a su hija y luego a mí.

─ No, en este momento no ─ le dije y ella me observó frunciendo el entrecejo y luego asintió saliendo del tocador.

Desvestí completamente a Aleska.

─ ¿Por qué no dejaste que mamá nos ayudara? ─ Preguntó Aleska.

─ Porque pienso ducharme contigo, los dos en el jacuzzi, como antes ─ musité desvistiéndome, porque a partir de ahora le voy a dar más ganas de vivir. Tantas ganas para repetir cada momento a mi lado le daré, que luchará en esa cirugía por vivir nuevamente cada momento.

La levanté entre mis brazos, caminé hasta el jacuzzi e ingresé con ella, acomodándola en mi regazo, dejando su espalda amoldada a mi pecho.

─ ¿Quieres que te de placer? ─ Le pregunté tomando el lóbulo de su oreja y mordisqueándolo, mientras mis manos rodaron por su cuerpo y se apoderaron de sus hermosos pechos.

Ella, respiró profundo, sabía que estaba pensando en Laissa, y es en estos momentos que deseo vivir con Aleska, cuando me arrepiento de haberme casado y aún más,  de permitir que Laissa, me acompañara hasta España.

─ Todo está bien, ─ susurro a su oído, pasando a besar su cuello.

─ Lo sé, ─ musita.

Pero lo que no sabe Sebastián, es que Aleska y Laissa, ya tuvieron una conversación y ese acuerdo verbal entre las dos, es tan fuerte como el acuerdo que firmaron Sebastián y Laissa. Sobretodo, porque el acuerdo de las dos mujeres, tiene años pautado  entre ellas y a escondida de todos.

─ Sí ─ susurró Aleska, tomando una de mis manos y bajándola hasta su centro.

─ ¿Extrañaste esto? ─ Pregunté apretando sus pechos y acariciando sus labios vaginales.

─ Mucho ─ susurró abriendo más sus piernas. Mis dedos comenzaron a jugar con sus pezones y con su centro.

─ Te he extrañado tanto, Aleska ─  susurro mordiendo su cuello y ubicando mis dedos en su clítoris.

─ ¿Tanto cómo yo? ─ gime comenzando a mover sus caderas sobre mi erección.

─ Tanto como tú o más ─ jadeo, moviendo mis dedos sobre su clítoris y apretando mi brazo sobre su pecho izquierdo y presionando su pezón, sobre su pecho derecho, para después amasarlo.

Ella gime, acomodando su cabeza entre mi cuello y mi hombro, yo jadeo, moviendo mi entrepierna frotando mi erección entre sus glúteos. No dejo de mover los dedos, sobre su clítoris y amasar sus pechos uno a uno, apretando sus pezones.

Aleska, se mueve sobre mi cuerpo y sé que falta tan poco para que se corra. No dejo de mover los dedos, el agua sale del jacuzzi con el movimiento de nuestros cuerpos.

─ Sebas, mi amorrrr. ─ Gime corriéndose, sus ojos se cierran y su cuerpo tiembla, pero sus palabras, me hacen temblar a mí. La sostengo, esperando que se recupere, su respiración es pesada y se toca su cabeza. 

─ ¿Te duele? ─ Le pregunto preocupado.

─ Ya pasará ─ musita y no me agrada que sienta dolor. Acaricio su vientre y minutos después la voy notando más recuperada, quiere moverse y la ayudo para que quede frente a mí. Abre más sus piernas y envuelve mis caderas.

─ ¿Deseas salir ya del jacuzzi? ─ Le pregunto acariciando su espalda.

─ No, quiero estar un rato más, así contigo ─ susurra abrazándome y llevando su rostro a mi cuello.

─ Estás excitado ─ musita en mi cuello.

─ Ya pasará, solo deseaba darte placer ─ menciono levantando su mentón y besando sus labios.

─ Mastúrbate sobre mí, deseo sentir como lo haces ─ pide y se que es, porque puede sentir mi erección rozando nuestros abdomen.

Ella, mete la mano entre el medio de los dos y así en esa posición, envuelve mi pene con su mano. Ella, sentada a horcajadas sobre mí, con su rostro descansando en mi cuello y nuestros torsos unidos, me masturba lentamente y yo, la ayudo buscando sus labios. Es algo tan sencillo en nuestra intimidad y sin embargo, siento que es lo único que ambos necesitamos.

─ Te amo tanto, Sebas. ─ Susurra y yo, la acerco mucho más a mi cuerpo, con el brazo que tengo libre; presionando más nuestras manos, encerradas en medio de nuestros cuerpos, masturbándome.

Siento como mi erección, no solo está presionada por nuestras manos, sino también por nuestros abdomen, que están tan unidos. Aleska, busca mis labios.

─ Te amo, mi española hermosa ─ susurro y ella se aferra a mi boca, nuestras lenguas se debaten y yo, me corro con fuerza en nuestras manos y nuestros cuerpos. Aleska, suelta unas lágrimas.

─ Ya no soy tú española hermosa ─ susurra y separo su cuerpo un poco del mío para tomar su mentón.

─ Siempre serás, mi española hermosa ─ le aseguro, porque es así, no me importa que en este momento su cabeza esté cubierta con vendas y que en la  parte dónde está su herida, está sin su cabello, tampoco que su rostro esté moreteado e inflamado. Ella, sigue siendo mi española hermosa, la mujer que amo incondicionalmente.

─ Todo esto pasará, Aleska. Luego solo lo recordaremos ─ menciono abrazándola y ella vuelve a llevar su rostro a mi cuello, me abraza con fuerza.

─ Quisiera tanto detener el tiempo ─ musita. Al escucharla afligida siento que ella,  nuevamente quiere entrar en ese estado de nostalgia, pero yo también quisiera detener el tiempo y volver a los momentos, donde éramos tan felices. La abrazo llenándola de besos y caricias, tratando de sacarla de ese mundo nostálgico.

Después de la Ducha. Sebas, la ayuda a salir del Jacuzzi. Aleska, le ha pedido dejarla caminar y él se lo permite, rodeando su cintura y dejándola caminar saliendo del área de duchas y el jacuzzi, teniendo cuidado que ella no pierda el equilibrio y caiga. Sebastián, no desea otro accidente que complique más su padecimiento, por eso está decidido a estár con ella, seguir siendo su bastón de apoyo, mientras lo necesite.

Sebas, la ayuda a sentarse en el mueble y le entrega una toalla, comenzando ambos a secar sus cuerpos. Sebas, la ayuda a levantarse, vuelve a rodear su cintura y salir de la sala de baño cruzando completamente  el tocador hasta llegar a la habitación. Aleska, lo hace a tientas y él la observa sintiendo un dolor en su pecho, dándose cuenta de los años de oscuridad y pesar, que vivió la mujer que tanto ama y puede decir, que en un momento llegó hasta odiar, cuando inventó esa mentira que los destruyó a ambos por cinco años. Sebas, aprieta su corazón y rodea la cintura de Aleska.

─ Debo hacerlo sola, Sebas ─ pronuncia Aleska.

─ Más nunca lo harás sola, porque me tienes a mí ─ protesta Sebastián, cargándola y llevándola hasta la cama clínica.

Sebas, le hace señas a la enfermera para que abandone la habitación, al igual que a Dabo, el amigo de Aleska.

Ellos salen pero antes le señalan la bandeja cubierta a Sebastián y este asiente. Una vez solos Sebastián, solo toma el control  pasando el seguro de la puerta principal, luego despoja a Aleska, de la bata de baño y pasa hacia sus propias caderas, soltando la toalla que lo envuelve.

¿Qué haces? ─ Pregunta Aleska.

─ Quiero probarte ─ le susurra Sebastián, abriendo sus piernas y metiéndose en medio de ellas.

─ Pensé que tomaríamos una merienda ─ musita Aleska, acomodando su espalda en la cama y sintiendo los besos de Sebastián, en su pelvis.

─ ¿Tienes hambre? ─ Le pregunta Sebastián, levantando su rostro bastante complacido, al notar que ella tiene apetito nuevamente. Aleska, siente el vacío en su pelvis y también la necesidad.

─ ¡Ummm! puedo esperar ─ musita Aleska, llevando sus manos a sus pechos. Sebastián, sonríe y vuelve a bajar su rostro, abriendo sus pliegues y llevando su lengua a su centro, comenzando a lamerlo y chuparlo. Aleska, siente como poco a poco, la va llenando el deseo, de quedarse en este mundo junto a él, junto a su amado, Sebas.

─ Te daré ganas de vivir, ganas de luchar, Aleska. ─ Es en lo único que piensa Sebastián.

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