Culpable.
Eduardo.
Había sido una terrible noche, las cosas con Laura se habían salido de control, pero ya no había vuelta atrás.
Mi humor era terrible, pues en mis planes nunca había sido que mi familia se enfrentara a la de Laura.
Pero escuchar que Dahiana había vuelto a la ciudad, me había llenado de alegría, tanto que había olvidado lo que acaba de ocurrir.
Empecé a testear con ella como si fuéramos dos adolescentes. Ella me contó un poco de su vida sin decir su verdadero nombre y yo hice lo mismo, eso para mí era un gran avance.
—¿Estás dormida? —al ver que no había respuesta.
Eran cerca de las dos de la mañana, por lo que sería posible que se hubiera quedado dormida.
No quise insistir más y dejarla descansar, no sé cuánto tiempo pasó, el caso fue que yo también me quedé dormido, pero a eso de las cinco de la mañana mi teléfono empezó a sonar insistentemente.
La verdad dudé, pero tanta insistencia me hizo contestar.
—Bueno—dije adormilado.
—Eres un infeliz, todo es tu culpa—me gritó la señ