Permanecen observando el paisaje en silencio durante varios minutos. En ese momento, parece que las palabras les han abandonado y no saben qué decirse el uno al otro.
– Háblame de ti. – Pregunta Rebecca, rompiendo el silencio.
– No quiero, porque tú no me hablas de tu vida. – Le replica él.
– Déjalo, ¿por qué debería hablar? Ya sabes todo sobre mi vida.
– En realidad, solo sabía tu nombre, número de teléfono y edad. Datos de tu registro en el hotel que gentilmente obtuve de las recepcionistas. – Dice sarcásticamente. – Descubrí tu otro apellido en el pub y fue allí donde conocí a tu tío y a tus primas. No te investigué, si lo hubiera hecho, mi interés se habría desvanecido.
– Entonces hagamos un trueque, yo hablo de mí y tú hablas de ti, ¿de acuerdo?
– Justo. Entonces, empieza. – Le ordena él.
– Soy estudiante de Ingeniería Civil en el MIT, cursando el tercer año. Creo que no tengo mucho que contar. Mi vida se reduce a estudiar y repartir mi tiempo entre familiares, amigos y nov... –