Alex permanece con la cabeza baja durante un largo período, luchando por asimilar la dolorosa situación que había desgarrado su alma. Después de un profundo suspiro, finalmente se levanta e inicia un recorrido nervioso por lo consultorio, mientras Richard lo observa en completo silencio.
– Llévame hasta ella, Richard. – Dice Alex, deteniéndose de repente y mirándolo con ojos llenos de lágrimas.
– Alex, no estoy seguro de que sea la mejor opción. No sé si esto te traerá algún alivio y...
– Richard, no estoy pidiendo consejos. – Interrumpe, con su voz cargada de emoción. – Simplemente hazlo, por favor. Llévame hasta ella.
Richard permanece en silencio, consciente de que ninguna palabra logrará disuadir a Alex. Con un gesto resignado, se levanta y abandona la sala, con Alex siguiéndolo en silencio. Juntos, recorren los pasillos hasta llegar a la maternidad, donde la bebé ha sido trasladada a una habitación aislada en la unidad de cuidados intensivos neonatales.
– Estás a punto de sufrir