Ya un poco más tranquila me encamino hacia la puerta del armario que Bruno dice ser mío. Las luces y el sin fin de ropa me dejan cegada de nuevo. Me dirijo hacia la mezclilla, tomo uno pantalón oscuro y una hermosa blusa de tirantes estampada, una chaqueta de cuero color camello y unas botas a juego.
Me encuentro con un peinador con exactamente el tipo de maquillaje que utilizo, polvo compacto, sombras, todo idéntico. Creo que alguien me ha estado espiando.
Salgo del armario ya cambiada y abro lentamente la puerta para asegurarme de que no haya nadie.
Camino precavida buscando las escaleras, bajo poco a poco y no dejo de impresionarme con la casa enorme que tiene Bruno y para él solo.
Voy en dirección a la que creo yo es la cocina, muero de hambre. Miro a Gina caminando de un lado a otro.
—Hola— susurro y esta se vuelve a mí con una gran sonrisa.
—Querida hola, siéntat