―Cierra tus ojos, respira profundo y trata de sentir esa energía que se acumula aquí. ―Camerina presionó un punto sobre la boca de su estómago; Nohemi sintió como si, en vez de la leve presión ejercida por la mano de la mágissa, un gran torrente repentino de agua hubiese aparecido y la llenara por dentro a una velocidad alarmante―. No te asustes ―le susurró la mujer, con voz cantarina―, deja que fluya, no lo contengas más.
La pelirroja empezó a sudar gruesas gotas, una resbaló por el puente de su nariz hasta llegar a la punta, de donde pendió por un largo rato.
Se encontraban en el centro de la sala, Camerina les solicitó a las empleadas que movieran los sofás para despejar el área, porque no podía determinar las consecuencias del experimento que llevaban a cabo. Después de leer todos los libros que recomendaron su hermano y ella, Nohemi aceptó probar la idea.
Charles no podía hacer mucho por ellas, así que decidió marcharse de regreso a su departamento para pasar unas agradables fe