Estoy en la sala, enfrentando a Xylara, que me mira con una mezcla de curiosidad y desafío. La mamá de Venco se fue con Lyraea, dejándonos solas en un momento incómodo.
Xylara se acerca a mí, su sonrisa juguetona y su mirada intensa. Me siento un poco incómoda, pero trato de mantener la calma.
— ¿Cómo van las cosas? —me pregunta Xylara, su voz suave pero llena de ironía—. ¿Los preparativos para la competencia están yendo bien?
Me encojo de hombros, tratando de parecer relajada.
— De maravilla —le respondo—. Todo está saliendo según lo planeado.
Xylara asiente, su sonrisa creciendo.
— Me alegra saberlo —me dice—. ¿Y cómo te conociste a Venco?
Me siento un poco incómoda con la pregunta, pero trato de responder de manera natural.
— Cuando vine aquí —le digo—. Fue la primera vez que lo vi.
Xylara me mira con una expresión pensativa, como si estuviera estudiando mi reacción.
— Ah, sí —me dice—. Recuerdo que Venco me habló de ti. Me dijo que eras muy... interesante.
Me siento un poco incómo