— ¿Qué haces aquí? —pregunto, volviéndome hacia la figura que se acerca.
Es Venco, un hombre que no esperaba encontrar aquí. Me mira con una sonrisa irónica y me responde:
— No, quién hace las preguntas soy yo. Tú, ¿qué haces aquí?
Me siento un poco incómoda, pero trato de mantener la calma.
— Solo estaba paseando —digo, sonriendo ligeramente—. No esperaba encontrar a nadie aquí.
Venco me mira durante un momento, su rostro indeciso. Luego, su expresión cambia, y me mira con una mezcla de curiosidad y desafío.
— ¿Estás paseando? —pregunta Venco, su voz ligeramente irónica.
Me vuelvo hacia él, sintiendo una ligera incomodidad.
— Sí —respondo, sonriendo ligeramente—. Me gusta caminar por aquí.
Venco me mira con curiosidad, su rostro iluminado por la luna.
— Tiene algo de raro —dice, su voz llena de escepticismo—. ¿Cómo llegaste aquí?
Me siento un poco incómoda, pero trato de mantener la calma.
— ¿Qué es esto, un interrogatorio? —pregunto, sonriendo ligeramente.
Venco se ríe suavemente y