Luego de la guerra de helados y luego la de agua, llegaron a la casa de Pablo. Julieta nunca había entrado en ella y estaba nerviosa. No quería importunar y aunque Pablo le aseguro que nadie le diría nada, ella estaba un poco nerviosa. Espero afuera como él le había dicho que lo hiciera y momentos después de que él había ingresado una mujer joven de no más de treinta años salió con mucha prisa y desapareció en la esquina. Seguida de ella apareció Pablo. Estaba sonriendo.
- ¿Estás seguro que no habrá problema? - preguntó con miedo.
- Ninguno. En este momento la casa está vacía. Solo esta Juliana, y ahora nosotros. Mamá casi no vive aquí.
- ¡Ah! No lo sabía... - era triste que los padres no pasen tiempo con los hijos.
- Vamos es por aquí. - entraron por la cocina y llegaron al recibidor. Su casa era mucho más grande que la suya y mucho más lujosa.
- Tienes una casa muy bonita.-dijo la rubia mientras subían las escaleras.
- Me parece excesivamente grande.
- Coincido contigo, pero no por