CAPÍTULO 4. ABIERTOS AL AMOR

Valeria estaba que echaba humo del enojo, no podía creer que estuviese reclamándole a ella e insultándola de esa manera por eso sin poder contenerse, le propinó una cachetada diciéndole —. Si es o no mi amante no es asunto tuyo, porque tú y yo no tenemos absolutamente nada. Y no tienes derecho a venir a reclamarme  y armarme escenas de celos, por un tonto beso que me diste.

— ¡Mentirosa! — le dijo acercándola a él—. Sabes muy bien que no es un simple beso y que existe química entre nosotros y si yo no me hubiese detenido está tarde, tal vez a estas horas, vos estarías en mi cama, rogándome que te poseyera una y otra vez.

— Tú fuiste quién me besó, ¡no yo! No tengo interés alguno en ti, para mí no hay química, ni matemática ni física contigo —espetó tan molesta Valeria que sus mejillas se encendieron de color carmesí.

— En serio, vamos a ver si es verdad lo que estás diciendo— y tomándola por la nuca la acercó hacia él, uniendo sus labios para besarla de manera apasionada.

Valeria se dejó llevar por el beso y sin pensar solo sentir, correspondió al beso pasando su mano por su tórax y sus hombros. A Lucca las caricias lo estaban enloqueciendo, respondiendo desenfrenadamente a ellas, le acercó más a su cuerpo y ambos sintieron la excitación, mientras la pasión se desbordaba en su interior, queriendo más, sus corazones empezaron a golpetear descontroladamente y él tomó el control diciéndole, mientras colocaba su frente en la de ella — Éste no es el lugar adecuado. Además debes explicarme ¿Qué haces con él? —. Esteban ya había puesto distancia mientras ellos hablaban.

—No debo explicarte nada. Quién debe hacer las preguntas aquí ¡soy yo! Dime ¿Cómo supiste dónde encontrarme y que haces aquí? —Interrogó ansiosa por conocer la verdad.

— Muy bien, respondo a tus preguntas y luego espero que des respuestas a las mías. Contraté un investigador desde que te vi por primera vez. El día que me tropecé contigo en la puerta del hotel, quería saber todo de vos y si estoy aquí es porque quería verte y conversar contigo. Ahora respóndeme ¿Es tú amante?

—No tan rápido vaquero —respondió alzando su mentón de manera desafiante

¿Acaso eres un acosador? ¿Cómo fuiste capaz de mandarme a investigar? ¿No serás un violador? —interrogaba preocupada, casos se había visto de hombres bien parecidos y nadando en dinero que eran criminales.

— ¿En serio me estás preguntando eso? Cómo si necesitara forzarte para estar conmigo, con sólo tocarte te derrites ante mí—. Le dijo con aire de suficiencia.

— ¡Si serás creído! Cuando eres tú quien has andado acosándome todo este tiempo, detrás de mí, investigándome y persiguiéndome porque no puedes resistirte a tener lejos a este monumento de mujer —. Expresó volteando los ojos. A Lucca le provocó darle un beso, pero no iba a caer rendido, primero lo hacía ella ante él.

—¿En serio? Las he visto mejores— indicó frunciendo el ceño y con una media sonrisa de burla.

—Entonces ve y busca esa mejor que has visto mejor que yo y a mí me dejas en paz—. Manifestó enojada y empezó a caminar para alejarse de él.

Lucca de inmediato la tomó del brazo y expresó—Porque siento que me estás evadiendo para no decirme quien es ese tipo con el cual te estabas paseando casi a medianoche.

—No tengo porque responderte —, pero luego lo miró a los ojos y la seriedad que reflejaba lo hacía ver tan tierno que no quiso seguir discutiendo—. Esteban es un amigo de mis amigas, que conocí hoy, solo lo estaba acompañando a comprar unas botellas, no tenemos nada, de hecho antes del día de hoy no nos habíamos visto.

— Pues, si tenía alguna intención con vos, al vernos juntos no creo que su interés se mantenga. Creo que le quedó claro que me perteneces. ¿No vas a invitarme a tu apartamento? —Indicó sin dejar de observarla.

— Primero ubícate, no te pertenezco, soy de mi absoluta

propiedad y segundo no voy a invitarte a mi casa porque me voy a dormir. Además tú estropeaste mi velada —manifestó girándose hacia el edificio y él la detuvo por un brazo.

—Subiré con vos, porque quiero conocer a tus amigos. Te prometo que no voy a hacer ningún escándalo. ¿Me dejas subir contigo? Por favor—. Le preguntó colocando una cara tan tierna y como vio que ella aun tenía duda, la tomó por las mejillas y comenzó a darle pequeños besos en su rostro, y fue bajando por su cuello y le mordisqueaba las orejas, wow, ese hombre le hacía sentir tantas emociones que la desconcertaba, no pudo negarse quería estar un rato con él. Era demasiado irresistible el creído ese y lo peor es que él estaba muy consciente de su valía.

— Vas a subir, pero no debes durar mucho tiempo —accedió ella con un semblante serio simulando enojo, pero por dentro vibraba de la emoción.

—Está bien solo un rato, bueno hasta que ese pelotudo se vaya de tú casa y mañana te invito a almorzar. — Le dijo dándole otro beso apasionado que la dejó sin aliento.

— Me prometiste que no pelearías con nadie —le recordó ella.

— No voy a pelear, sólo te digo que me retiro cuando él se vaya. ¿Estamos? —interrogó con firmeza.

— ¿Por qué eres tan mandón? —Preguntó con un ligero tono de molestia.

— Porque nací con esa aura de autoridad y siempre me gusta salirme con la mía — le dijo sonriendo con picardía.

— Si serás presuntuoso —indicó ella juguetonamente.

— No soy presuntuoso, soy sincero, princesa —manifestó dándole un suave beso en su mejilla..

Y así subieron al apartamento, Anastasia estaba limpiando las heridas de Esteban. Todos se quedaron callados cuando lo vieron. Ella habló —. Lo siento chicos, les presento a Lucca, un amigo.

—Su futuro novio—replicó con soberbia Lucca.

— Su fama lo precede— dijo Simone señalando a Esteban.

— Lo siento Esteban, creo que hubo un mal entendido —declaró Lucca con tranquilidad.

— Creo que primero se investiga y luego se reacciona — indicó Anastasia— me parece viéndote la primera vez, que eres muy impulsivo, golpeas primero y preguntas después.

— Es lógico amor—. Dijo Andrés el novio de Anastasia —. Si yo te veo en una situación comprometida, te aseguro que lo primero que hago es volarle los dientes al tipo. Más bien Esteban salió bastante ileso dada la situación.

Todos rieron con los dicho por Andrés, lo que rompió el hielo entre los presentes, sin embargo, Lucca no dejaba de ver a Esteban con desconfianza y se crispaba cada vez que lo observaba acercarse a Valeria, debiendo esta calmarlo continuamente tomándolo del brazo. Lucca se le acercó y le dijo —. Quiero estar a solas contigo, no quiero que ese baboso esté cerca de ti.

— Ven vamos hablar en mi habitación —propuso ella y lo tomó de la mano.

Así se fueron a la habitación de Valeria, ambos se recostaron en el respaldo de la cama a conversar hasta que vieron que por la ventana entraban los primeros rayos del amanecer. Ella le contó de su abuela, de su pueblo, de las costumbres de su tierra, se contaban anécdotas mientras no dejaban de reír.

Él le contó que su padre era argentino y su madre ecuatoriana, que vivía en Buenos Aires, pero por los negocios a menudo viajaba por largas temporadas a Ecuador. Él la acercó a su cuerpo mientras hablaban y empezó a acariciarle la cabeza, bajo por su cuello, los hombros, su espalda y empezaron a besarse, ella tímidamente puso sus manos en su pecho y él abrió su camisa para sentir sus manos recorrerlo, empezaron a respirar entrecortadamente, hasta que ella se levantó, tenía los labios hinchados de los besos y sus mejillas sonrojadas y le dijo — Debes irte Lucca, por favor. Creo que esto no es correcto. No estoy preparada para ir más allá. Además éste no es el lugar adecuado y estoy muy cansada.

— ¿Me estás evitando o no te intereso? —preguntó con dudas sobre lo que ella sentía por él.

— Por Dios, claro que me interesas, mucho más de lo que supones, pero estoy abrumada, no estoy acostumbrada a todo lo que estoy sintiendo por ti, y quiero estar segura de que esto es correcto, tengo miedo de arriesgarme y que todo salga mal, dame un poco de tiempo para procesar todo lo que está pasando —señaló Valeria sin dejar de observar a ese hombre que poco a poco se había colado en su corazón.

—No tenés nada que temer, vos me gustaste desde el primer momento en que te vi. No he podido sacarte de mi mente, pienso en vos a todas horas y no logro concentrarme en el trabajo, mejor dicho en nada, vos ocupas mis pensamientos hasta dormido porque te sueño—le dijo besándola.

— Pero ¿me corriste horrible de tu suite cuando fui a limpiarla, me llamaste incompetente y cuando tropecé contigo y te arrojé la jarra de hielo, me acusaste de haber conseguido mi trabajo acostándome con el gerente o con algún socio? ¿Cómo cambiaste de opinión y de actitud hacia mi tan pronto? —preguntó sin poder ocultar su desconfianza.

—Valeria esa actitud era fingida, lo hacía porque me negaba a lo que me haces sentí, y me gustaba hacerte enojar, porque casi echabas humo de la ira, me gusta tu lengua afilada. Además no sabía cómo reaccionar, hasta que me aconseje que debía cortejarte y enamorarte hasta que cayeras hechizada por mí. Cuando te vi en mi suite, me provocó lanzarme encima de vos y hacerte mía, por eso reaccione echándote porque me asusté. Ya me había fijado en vos en cuanto llegué y te vi por primera vez. Lamento las ofensas que te propiné y lo mal que te hice pasar, pero realmente no era lo que verdaderamente pensaba de vos.

—¿Sabes? simulas muy bien, porque me enfurecí con tu actitud, tenía ganas de partirte la cabeza por engreído y con tus ínfulas de superioridad "...tú actitud e ineptitud traen como consecuencia que no me sienta bien servido y en consecuencia la calidad y el prestigio del hotel baja...", —lo imitó ella burlándose.

— Mi vida que memoria tenes, recuerdas cada detalle, yo ya me había olvidado lo que dije — le comentó con una carcajada y tomándola por la cintura empezó a besarla.—. Sabes te deseo más que nada en el mundo, pero mejor lo dejamos hasta aquí porque no me creo capaz de controlarme y quiero que cuando estemos juntos te sientas bien y no tengas duda alguna sobre nosotros—.Expresó.

—Gracias. Eso es importante para mí. Se despidieron con un beso y salió de su habitación. Y ella comenzó a bailar por la habitación, diciendo — Dios, me encanta ese hombre, ¡no puedo negarlo!.

Entre tanto Lucca abajo, se montó en su carro, gritando sonriente — ¡Me vuelve loco esa mujer! me encanta todo de ella, su cuerpo, su sonrisa, su carácter, ¡Vas a ser mía Valeria!

La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días. Benjamín Franklin.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo