CAPÍTULO 30. VERGÜENZA

Su primera impresión había sido darle un empujón y alejarlo, pero luego ese beso fue tan perturbador que decidió disfrutar un poco más hasta que separaron por falta de aire, sin darse cuenta él había caminado con ella hasta uno de los pasillos con pequeños kioscos que estaban desocupados.

—¿Qué diablos piensas que está haciendo? ¿Cómo se le ocurre traerme hasta aquí y con cuál intención? ¿Con qué derecho se atreve a besarme? —Indagó la chica muy molesta.

—¡Ay ya! Deja el escándalo, es cierto que yo tomé la iniciativa de besarte, pero no te vi desagradada ni apartándome, sino que gustosamente me respondiste —pronunció el hombre con una media sonrisa de suficiencia.

Anastasia por un momento se quedó en blanco, inte

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