Ordené mi cabello lacio, (aunque no había mucho que pudiera hacer) y me puse el vestido. Uno azul rey de terciopelo hasta las rodillas y con hombros descubiertos. Salí del baño afirmando mis senos con mi mano hasta llegar frente a Jack, quien arreglaba las mangas de su camisa. Me di media vuelta y él deslizó el cierre de mi vestido rozándome con sus dedos suavemente, desde mi espalda baja hasta por sobre mis omóplatos. Di una vueltita y sonreí.
—¿Qué tal? —pregunté. Jack ladeó su cabeza y levantó las cejas.
—Estás bellísima.
Llegamos a un hermoso edificio antiguo, con luces amarillas que reflejaban a las personas desde adentro. Jack le entregó las lla