—¿Y que pasó con tu ferviente odio hacia mi? Dijiste que te había arruinado la vida— Respondo alzando ambas cejas.
—Con respecto a eso… lo dije en un momento de irá, y me arrepiento de eso— Musita.
—¿Y que sucederá cuando tengamos algún problema entre nosotros y la rabia te envuelva?— Inquiero.
—Estoy cambiando Emma, no pasará de nuevo—
—Lo pensaré— Declaro en tono serio y David me responde con una sonrisa.
El sueño comienza a envolvernos y ambos nos acomodamos, yo por supuesto lo abrazo hundiendo mi cabeza en su cuello y el me envuelve con sus musculosos brazos.
(***)
Al la mañana siguiente la luz del sol se cuela entre las cortinas e ilumina la habitación más de lo que ya estaba, puesto que siempre duermo con la lámpara de mi mesa de noche encendida por mi miedo a la oscuridad, abro mis ojos y observo el entallado torso de David descubierto y siento ganas de acariciarlo, pero me abstengo de hacerlo.
Aun tengo las palabras de David retumbando en mi cabeza, está enamorado de mi y quie