KELLEN
Hoy, finalmente, nuestros invitados saldrán de estas celdas, para entrar a unas aún peores, ni de broma volverán a las calles. Prefiero verlos muertos, y en ese caso, morirán por mi mano, no por la de nadie más.
Les pedí a mis hombres que los llevaran a una celda diferente, donde ya teníamos su vestuario listo, además de que las cámaras ya se encontraban preparadas y listas para grabar, y obviamente, la celda era totalmente diferente a la que se encontraban ahora.
Los esperamos en la nueva celda, seguro que no querrán hablar, pero conocemos muchos métodos para que hablen y no creo que quieran que les causemos más daño.
Uno a uno, fueron entrando, nos miraron extrañados, porque, en semanas, era la primera vez que les permitíamos darse una ducha, y de cierto modo, tratarlos con decencia, pero todo tiene una finalidad: si por mí fuera, ahora mismo se encontrarían como solo hace un par de horas.
En cuanto estuvieron sentados y listos para dar su declaración, hablé para explicarles