AMOR EN TIERRAS SALVAJES. CAPÍTULO 8. No es nada
AMOR EN TIERRAS SALVAJES. CAPÍTULO 8. No es nada
Carter había llegado al hospital sin hacer ruido, como si quisiera fundirse con el pasillo y evitar que alguien le preguntara cómo estaba. Entendía que para aquella familia la prioridad era saber de Mika y Henry, y él necesitaba ocuparse de otro asunto.
—Los dos hombres que trajeron en el helicóptero… ¿cómo están? —preguntó con voz ronca.
La enfermera reconoció su chaqueta cubierta de nieve, su cara cansada, y le dijo sin rodeos:
—Estarán bien. Uno con hipotermia moderada, el otro con un brazo lastimado. Los médicos ya se están encargando.
Carter soltó un suspiro profundo. Uno de esos que parecían arrancar tensión desde los huesos.
—Bien —murmuró—. Entonces necesito que me vea un médico a mí.
La enfermera asintió de inmediato y lo llevó a una de las salitas de urgencias. Carter se sentó a esperar a un doctor, mientras se quitaba el grueso abrigo y hacía una mueca al sentir un ardor caliente y desagradable en el costado. El maldito tejón