CLARIS:
Kieran me observa fijamente, con sinceridad en la mirada, como si anhelara que por fin confiara completamente en él.
—Estamos en casa —responde con sencillez—. No en la que conoces. Tuvimos… tuvimos una batalla bastante fea en la manada y vinimos a escondernos en la gran ciudad humana. Pero sé que te va a gustar. La casa está rodeada de un gran jardín y, como siempre, las flores y la vegetación te encantarán. Mientras él explica, mi mirada se desliza hacia Clara y mamá, quien ahora sé que se llama Elena. Trato de encontrar en ellas algún destello que me devuelva un recuerdo, algo que me haga sentir que pertenezco aquí, pero mi memoria sigue siendo un vacío insondable. Clara suspira con fuerza, impaciente, y cruza los brazos, como si estuviera conteniendo un torrente de palabras que quiere soltar de golpe. Su energ