KIERAN:

Cuando mi Luna aceptó su verdadera naturaleza, algo en nuestro vínculo se transformó. No fue solo su decisión de luchar a mi lado lo que me llenó de fuerza; fue el despertar de su esencia, el reconocimiento tardío de lo que siempre había sido: una Loba Lunar Mística, hija directa de la diosa Luna. La manada la observó con respeto y admiración, no como la humana que durante años escondió lo que era, sino como la imponente loba que siempre había pertenecido a ellos. Tenía el corazón hinchado de orgullo, pero también de una preocupación que no podía ignorar.  

Esto no era un escenario ni un simulacro. Claris nunca había pisado un campo de batalla, y aunque ahora abrazaba su destino con fiereza, una parte de mí no quería arriesgarla. Sin embargo, conocía su determinación. Nunca me permitiría reten