CLARIS:
Miré a Kieran con alegría al escuchar que venían mis hermanas, levantándome de un salto. Estábamos tumbados en la alfombra frente a la chimenea, algo que había notado que le gustaba mucho a él. Prefería el suelo a la mullida cama o a los amplios sillones. Para ser honesta, a mí también me agradaba que no se comportara como el perfecto caballero que oculta sus costumbres para complacerme. Todo lo contrario; me las mostraba y dejaba que decidiera si me gustaban o no.Corrí a la ventana para ver si ya venían, pero solo encontré la noche extendiéndose como un velo de misterio. La luz de la luna envolvía todo y proyectaba sombras alargadas que me confundían.—¿Quedan muy lejos sus casas? —pregunté, mirando a Kieran, que me observaba con curiosidad.—No, te las enseñé ayer. Vamos a darnos unKIERAN:No podía ser una coincidencia; en mi mundo sobrenatural eso no existía. Miré a Fenris y Rafe, quienes pensaban lo mismo que yo. Continué prestando atención a lo que decían. La forma en que hablaban de su madre rayaba en lo sobrenatural y me hacía sentir que nuestras historias se entrelazaban irremediablemente. —Quizás esta noche podríamos escuchar una historia —propuse, esbozando una sonrisa que apenas disimulaba mi curiosidad por conocer más sobre su mundo—. Quizás alguna historia que ella contara y que ustedes recuerden. —Preferiría conocer las historias de este lugar —respondió Claris de inmediato—. Seguro que hay leyendas fascinantes. —Vamos, chicas, seguro que hay alguna que recuerden con cariño porque su mamá la repetía —intervino Fenris, interesado como yo—. Clara, cuéntanos una. Era evidente que intentaban esconder su vida pasada, sobre todo Claris. Clara, aunque era su hermana gemela, no se parecía tanto a ella; era de una belleza más tenue, casi pálida, pero de un
KIERAN: Aquella propuesta encendió una chispa en nuestros corazones, algo más profundo que el simple deseo de ayudar. El orfanato guardaba tantos secretos, tantos niños perdidos y anhelos enterrados bajo el denso follaje de la selva, que parecía murmurar sus propias historias de unión y reencuentro. —¿De veras tienen programas para ayudar a niños huérfanos? —preguntó Clara, su semblante iluminado nos recordó por un instante a la propia Luna. Luego se giró hacia Fenris y le tomó las manos—. Fenris, sé que solo llevamos dos días, pero te estaría eternamente agradecida si me ayudas a adoptar a un niño que adoro. Cada vez que iba a aquel lugar, se aferraba a mí y me pedía que no lo dejara allí. —¡Clara! ¿Cómo puedes pedirle eso a un hombre que acabas de conocer? —la reprendió Elena, mirando luego a Claris, que se abrazaba a sí misma con los ojos llenos de lágrimas. —¿Qué tienes, mi Luna? —corrí a su lado y la abracé sin necesidad de que me respondiera. Ella tenía que ser Claris y, aunq
KIERAN:Era cierto, viajamos al año en que la Loba Guardiana llegaba a la tierra con la Empática y la Mística en su vientre, pero eso no había sucedido, o al menos no las había encontrado. En su lugar, aparecieron estas tres mujeres adultas que se parecían a ellas, pero sin lobos. Tenían historias que coincidían con mis deseos y mi añoranza de recuperar lo perdido. —Tienes razón, Atka, pero ¿no crees que es mejor ir a convencernos? —pregunté, sabiendo que él compartía la misma agonía que yo; éramos uno. —Además, no nos cuesta nada ayudar a esos niños. —De acuerdo —aceptó, aunque agregó—. Pero me están pareciendo demasiadas coincidencias. Creo que debemos pensar con frialdad, Kieran. ¿Y si alguien está jugando con nuestras emociones y deseos? Puede que, aparte de nosotros, haya otro ser sobrenatural que sepa lo que nos ha sucedido y que haya hecho todo esto para hacernos caer en una trampa. La idea de una trampa me hizo detenerme por un momento. Tomé una respiración profunda, tratand
CLARIS:Todo me parecía una locura. El encuentro con ellos, nuestra relación precipitada y ahora esto. Todo por la loca de mi hermana Clara. Le advertí que no les contara nada de nuestras vidas, no todavía. Pero ella, con lo emocional que es, casi les dice todo.—Clara, no dejas de meternos en problemas —le dije en cuanto los vi alejarse—. ¿Cómo se te ocurre pedirle eso a Fenris, que no conoces, y hablarle del orfanato?—Estoy de acuerdo con Claris —intervino mi hermana mayor, Elena—. No debiste, Clara. Pero, Claris, no puedes negar que los niños necesitan ayuda. Hemos estado enviando dinero, pero no es suficiente. Tu novio, por lo que pude averiguar, es uno de los hombres más exitosos que existen y, según dicen, su fortuna no se puede contar.—¡No es mi novio! —protesté, aunque tenía que admitir que ella tenía un buen punto, como siempre—. Aunque es verdad, quizás no solo podamos traer a esos niños que nos gustan, sino hacer que él arregle aquel lugar; está a punto de caerse.Guardam
KIERAN:Podíamos escuchar con claridad todo lo que decían; éramos lobos, y nuestros oídos lo captaban perfectamente. Prestamos atención para ver si revelaban algo que nos diera pistas sobre quiénes eran en realidad, pero no fue así. Hablaban de temas triviales, relacionados con mujeres. Fue entonces cuando el recuerdo de Sarah vigilando desde mi ventana vino a mi mente.—¿Vieron a Sarah? No debemos permitir que se acerque a ellas —advertí, viendo cómo me miraban con interrogantes—. Está bien, se los diré, pero deben seguir comportándose con ella como hasta ahora. No podemos cambiar el pasado, y en el futuro, ella está presente; no quiero perder nada que me impida regresar a mi vida.—Confía en nosotros, mi Alfa —dijeron los dos al unísono.Tomé aire y tragué en seco; no sabía si era correcto seguir re
KIERAN:Después de decirles a las mujeres que al día siguiente estaríamos ocupados y que el doctor Gael, responsable de nuestro orfanato, las llevaría a dar un recorrido, estuvieron de acuerdo, especialmente al ver a mi primo, que era un encanto de persona; y era entendible, era un omega.Las dejamos con él y nos fuimos de inmediato, sintiendo sus miradas clavadas en nuestras espaldas. Pero teníamos que saber; no era algo que podíamos dejar para después.El vuelo fue rápido, a pesar de que duró unas cuantas horas. Al llegar, ya teníamos listos los autos que nos llevarían cerca del lugar, así como los guías. Unos lobos se ofrecieron a acompañarnos. No íbamos solos; llevamos a un cuerpo de élite de nuestros guerreros. Cuando estábamos en el bosque, dejamos todo atrás y nos convertimos en lobos.Atka a
CLARIS:Habíamos recorrido todo el hermoso orfanato. Era un imponente edificio que contaba con todas las comodidades y más. Las habitaciones no eran compartidas; cada niño tenía la suya, y los hermanos ocupaban unas más amplias juntos. Lo mejor de todo era que cada una estaba decorada según sus gustos.—Vaya, esto es fantástico —exclamó Clara emocionada—. ¿Se fijaron que hay un pabellón para cada edad?—Me di cuenta de que hay hasta adultos —dije asombrada; era increíble. Me giré hacia el amable doctor Gael, quien nos acompañaba—. ¿Hasta qué edad los tienen aquí?—Hasta que logran independizarse. Algunos deciden quedarse a trabajar aquí; nadie está obligado a irse —respondió Gael con orgullo.La calidez con la que el doctor Gael hablaba sobre el orfanato era contagiosa, y no pud
KIERAN:La densa niebla que nos rodeaba parecía palpitar al ritmo de nuestros corazones. Cada paso que dábamos reverberaba con un eco de desafío, como si el suelo mismo nos susurrara que siguiéramos adelante. A nuestro alrededor, la magia se entrelazaba con el aire, formando hilos dorados que titilaban bajo la luz tenue del crepúsculo.—¡No se acerquen! ¡El Alfa Kieran Theron ya domina el poder Carmesí y el Místico! —escuché una voz que me pareció extrañamente familiar. Era Chandra Selene, la hija del alfa Aleh. ¿Qué hacía ella allí?—Atka, dime si me equivoco, ¿es Chandra? —pregunté a mi lobo.—¡Lo es! —contestaron los tres lobos: Atka, Magnus y Roan—. Es la hija del alfa dos lobos del norte. ¿Cómo…?Solo podía haber una explicación para eso: o era una