Cuando despertó ya era de día.
Se encontraba sólo en la cama del hombre como de costumbre.
Incorporándose vio ropa en la silla que había junto a la puerta.
Saliéndose de entre las sábanas, se acercó a ésta.
Adivinó que era para él.
Comenzó a vestirse y una vez terminó se dispuso a hacer la cama.
Empezaba a sentirse seguro con el hombre.
Su miedo aún estaba pero no tanto como cuando llegó a su casa.
Ahora se mostraba más cómodo aunque todavía le daba apuro darle algunas contestaciones.
Saliendo del dormitorio, se dispuso a hacer las tareas cuando al cruzar ante la puerta misteriosa, le pareció diferente.
Acercándose a ésta, alargó la mano y agarró el pomo.
Lo giró y…
Éste cedió.
Ignorante de ello, no se hab&i