Capítulo 20
El decirlo, no lo hace realidad.

Despierto sintiéndome adolorido, sonrío al recordar la razón, cuando me percato de que la causante de mi doloroso placer, se ha ido.

Busco por toda la casa, y no hay rastro de ella.

Se fue.

Siendo domingo, el último domingo de cada mes, me toca la tortura de la reunión familiar. Inclino mi cabeza al cielo buscando armonía, y las imágenes de la noche con Liesel, aparecen una y otra vez.

Y como recuerdo que ya no me siento obligado a asistir, o cruzarme con esa familia, decido quedarme en casa y relajarme.

Lavo el auto, mientras echo miradas hacia a casa de Wagner, me atreví a llamarla, sin embargo, solo me recibió el contestador.

Después de eso, es mejor entrar y apagar mi celular, así, nadie de los Fisher me molestara.

Cuando es casi las seis de la tarde, escucho la puerta de mi casa, abro y me sorprende ver a Liesel.

—¡Holis, señor Fredricksen! —saluda con su estúpido apodo.

Le doy la bienvenida con mi mejor cara de culo—Hola, descarada—arre
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