He llevado a Gloria a mi despacho. Ella está muy furiosa por el encuentro con Lyssa. Me siento asustado de que se vuelva a molestar conmigo. Me asombro cuando ella se gira y me abraza con fuerza, para luego besarme con pasión.
—Gracias, amor, muchas gracias —dice mientras no deja de abrazarme y besarme. Aunque estoy feliz, no tengo idea de por qué me agradece. —¿Por qué, cariño? —pregunto, devolviendo sus besos y caricias. —Por darte cuenta de lo malvada que es Lyssa. Por defenderme de la manera en que lo hiciste —responde con los ojos brillantes y mirándome como lo hacía cuando iniciamos nuestra relación. Al darme cuenta de a lo que se refiere, la abrazo con todas mis fuerzas y la beso apasionadamente. Al separarnos, le prometo: —Nunca más dejaré que nadie te haga daño, cariño. El