Mundo ficciónIniciar sesiónEl café en el distrito artístico de la ciudad era uno de esos lugares discretos donde la élite iba a fingir ser ordinaria. Camila había descubierto el lugar dos semanas atrás, un refugio donde podía leer en paz sin que los empleados de la mansión Montes la trataran como porcelana frágil que podría romperse con cualquier movimiento brusco.
Estaba en su mesa habitual junto a la ventana, un libro de poesía abierto frente a ella que no estaba realmente leyendo, cuando la sombra cayó sobre su página.
—¿Neruda?—La voz era familiar, suave como terciopelo—. Una elección excelente. Aunque me atrevería a sugerir que Benedetti captura la melancolía del amor no correspondido con más precisión.
Camila levantó la vista y encontró a Samuel Duarte de pie junto a su mesa, vestido casualmente en jeans oscuros y una camisa de







