Copado de gente, el sitio donde George y Maximiliano habían cuadrado verse, pertenecía a uno de los clientes del abogado, por lo que se le hizo fácil conseguir reserva.
George acababa de llegar de su viaje. Iría directo a su departamento, pero el mensaje de texto de Max le hizo desviarse del camino.
Al cabo de un rato, el jefe de Lenis llegaba al sitio. Maximiliano también conocía a los dueños, por lo que los mesoneros le dieron una cálida bienvenida y una joven lo dirigió a la mesa donde se encontraba su amigo.
Max se sentó frente a él. La mujer le entregó la carta a ambos y se retiró.
—Estás raro, ¿qué sucede? —George le preguntó sin mirarle a la cara, el abogado estaba concentrado en el menú.
—¿Raro? ¿Yo? Cuéntame tú.
George despegó la mirara de la carta y comenzó a relatar lo que pensaba Max deseaba saber.
—Peter aún no ha llegado, porque se le ha explotado un pequeño tornillo. Hemos descubierto que Smith tiene un hijo. —Ma