ANDREA.
—¡Señorita Musk…! ¡Señorita…! —le saqué el dedo al guardia de seguridad, y tomé un auto sin escuchar a nadie.
Estaba harta, y odiaba cuando Noah me trataba como si no fuera su todo.
¿Por qué hacia esto? Él siempre había sido el primero para mí, el centro de mi universo y mi prioridad sin chistar ante cualquier persona.
Quité las lágrimas que se me escurrieron por las mejillas y luego vi por el retrovisor cómo al menos dos autos me seguían. Di las curvas pertinentes, y traté de tomar los mismos atajos, hasta que, en un momento, ya no los vi.
Lo peor que me había pasado era conocer a esa maldit@. Ahora mismo no sabía si era un enorme peligro para la estabilidad de nuestra casa. Mi hermano había demorado con unas mujeres más que otras, pero a la final todos se iban.
Siempre se iban…
Tomé el celular para llamar a Zack, pero este no me contestó en los dos intentos que hice. Golpeé el volante varias veces y me estacioné un poco para respirar.
El timbronazo en el móvil me alertó, y c