NOAH.
No pude conciliar el sueño.
Estaba sentado en el sofá en medio de la noche, mientras bebía un trago y miraba a Emma largamente tendida en mi amplia cama. Aún no entendía lo que estaba haciendo, pero no podía dejarla en otra parte que no estuviera a mi vista, ni mucho menos sola.
Había tenido que recurrir a un médico para que la sedara. Emma había entrado en una crisis emocional demasiado fuerte como para mantener la cordura, y después de sus confesiones catastróficas, era indispensable que ella estuviera acompañada la mayoría del tiempo.
Sabía desde un principio que debía retirarme a las pocas semanas de haberla conocido, había sido indispensable que me alejara de ella a la brevedad posible, pero había sido en vano cada vez que me encontraba frente a esos ojos.
Todo miente, excepto los ojos.
Estaba tratando de mantener a raya mi propia cordura también en este momento, porque si me dejaba conducir por mis emociones ahora, estaría ahorcando a ese maldit* con mis propias manos, y m