—¿Sofía?— la menciona Maggie, quien estaba en la sala de espera y, cansada de esperar, se puso a caminar y la encontró con Lucrecia. —¿Nos vamos?— pregunta al ver cómo Lucrecia la tiene tomada de las manos.—Sí…— responde, pasando saliva, y se suelta cuidadosamente del agarre de la madre de Antonio.—Por favor— suplica la mujer—, no olvides lo que te dije. Espero que puedas venir a casa a visitar a Antonio; le haría bien tu compañía. Ve a descansar, querida— se despide y se da la vuelta, dirigiendo sus pasos a la habitación donde está Antonio.—¿Hey, Sofía?— Maggie se acerca al verla estática.—Yo…— susurra.—¿Acaso se murió el odiota?—Maggie, por Dios… No es eso. Vamos, me siento agotada y tengo poco tiempo para descansar.—Pero tú y yo tenemos que hablar; tenemos una conversación pendiente.—Te lo diré yendo a casa, pero ya sabes que no puedes decirle a nadie; esto es confidencial....Leonardo llega a la mansión faltando 20 minutos para las 4 de la mañana. Lo primero que hace es i
—¿¡Qué parte de que no te quería ver aquí no entendiste!?— le alza la voz, y ella traga grueso, deseando escapar de la cercanía letal de Leonardo Di Napoli.—Necesito este trabajo…— dijo arrastrando las palabras al tenerlo a escasos centímetros y observa detenidamente cómo la toma del cuello sin ejercer fuerza.—Las personas débiles como tú no son dignas de estar a mi lado— sin pensarlo dos veces, le coloca la punta del arma en la mejilla derecha, haciéndola cerrar los ojos—. Los débiles me irritan, y te quiero lejos de mi vida y la de mis hijos, ¿entendiste?—Entonces mátame, hazlo— se atrevió a decir abriendo sus ojos lentamente.—¿Eso es lo que quieres?— pregunta él con arrogancia.—Sí… porque es la única manera que usted me sacará de aquí… estoy segura que su madre lo sabrá, señor Di Napoli. Yo a usted no le he hecho nada, cuando ha sido usted quien me ha atacado desde que llegué a esta casa.—Puedo desaparecerte, a ti y a tu novio de mierda.—Haga lo que usted vea conveniente, p
—Venga conmigo, le buscaré un vestido, señorita Mangano —Cedric sonríe para sí mismo, y Sofía lo sigue intentando cubrir la abertura.Al ingresar a la sala principal, ella mira hacia el comedor y allí está Leonardo, desayunando con elegancia y suma seriedad. Él puede sentir esa mirada y, al verla, le lanza una mirada de enojo y ve cómo ella intenta cubrir su abertura, lo cual es inútil, ya que tiene unas piernas tentadoras y bien torneadas que a él lo incomodan y lo hacen alucinar, lo que lo enfada mucho. Ella lo hace sentir algo extraño en su cuerpo.Sofía no podía dejar de mirarlo, deseaba poder meterse en la mente de ese cruel hombre. Pero luego observa que él deja los cubiertos sobre el plato, sin terminar su desayuno, como si verla le hubiera quitado el apetito.—Este vestido posiblemente le quede —dice Cedric acercándose a ella. Pero Sofía estaba mirando cómo Leonardo se iba, por lo que hace resonar su garganta y ella lo voltea a mirar.—Disculpe...—Vaya a cambiarse, le queda p
Leonardo la mira fijamente a los ojos, la está analizando, y al percibir lo que causa en ella sonríe malicioso, dejándola estupefacta. Sofía pasa saliva y su corazón acelerado la delata; no entiende cómo no puede dejar de mirar, luego de lo cruel y despreciable que es Leonardo. —Conmigo no te va a funcionar tu jueguito de seducción —dice, dándose la vuelta para marcharse. La hipnotización de Sofía culmina; reacciona y niega con la cabeza por haber sido tan tonta. Pero ¿cómo resistirse a un hombre como él? Si aún enojado se ve guapo, y esos tatuajes, los de su cuello, brazos y pecho... Ese hombre es arte, tallado por los mismos dioses, sin un defecto físico. Simplemente es guapo, y su presencia cautiva a toda mujer. —¡Señor Di Napoli! —lo menciona, acercándose a él, y este se detiene para mirarla—. Dém e mi móvil, por favor. —No lo haré. Te lo daré cuando sean las 7 de la noche. Ahora, a trabajar. Solo pierdes tiempo. —¡Eres insoportable! —Y me da igual. Si no me importa lo
—Tiempo sin verte, Di Napoli —sonríe ampliamente Conti, haciendo relucir el diamante que está en uno de sus dientes—. ¿Qué? ¿Me piensas matar? —pregunta al ver que todos los hombres de Leonardo lo apuntan sin dudar—. Solo vengo a la reunión de socios —mira a Lucifero con cierta burla y vuelve a fijar su mirada en Leonardo, quien tiene una firme postura y lo mira con ganas de matar y comer del muerto; ni siquiera parpadea. —¡Largo, maldito perro! ¡No tienes nada que hacer aquí! —¿Tan seguro estás? Al final, mis rutas están siendo las más seguras, ya que estás ante la mirada de la ley. Tu socio mayor, Richard, fue quien me llamó para asistir a esta reunión —Leo se tensa y siente su sangre hervir—. Después de todo, no eres el gran rey de la venganza. El imperio Di Napoli está cayendo y nosotros, los Conti, subiremos a la cima. No eres nadie, Di Napoli, y por eso la hermosa Francesca te dejó —Di Napoli no lo pensó ni dos veces; tiene una agilidad tan perfecta que tiene su arma apuntando
Sofía se sonroja hasta sus orejas. —Señor Cedric, por favor, no diga algo tan absurdo. Claramente, el señor es muy guapo, pero primero, él jamás se fijaría en mí, pues me odia, y segundo, yo he amado a un solo hombre en mi vida, solo que el día de mi cumpleaños me dio un gran regalo.—¿Puedo saber cuál?—Verlo teniendo sexo con una hermosa chica —lo comenta con desánimo.—Puedo decir con certeza que eso no era un amor verdadero.—Señor Cedric, ¿cómo puedes decir algo así? Claro que amo a Antonio y me duele. Según él, también me ama y fue solo un desliz, uno que me marcó para toda la vida.—Todos los seres humanos nos equivocamos, pues en este mundo no hay nadie perfecto. He conocido parejas que han sido infieles por debilidad y se perdonan, cambian, se aman más. Y no es que esté justificando la infidelidad, depende el momento en que se presenta y el porqué sucedió. Todos merecemos una segunda oportunidad.—¿Me estás diciendo que perdone a Antonio y que regrese con él?—Yo jamás te dir
El silencio reina en aquella habitacion, dos almas que piden a gritos entregarse por que, ninguno de los dos lo comprende, y Leonardo Di Napoli es un hombre frio cuando se lo propone, pero algo de Sofia le atrae, sin embargo, el que ella sea la novia de Rozzi le aumenta su deseo por hacerle pagar la burla de él.Mientras que Sofia siente que ama a Antonio aunque esta dolia, pero Leonardo la envuelve en segundos con su acercamiento, palabras pasadas de tono y esa mirada. Por mas que ella no quiere sentir lo que siente su cuerpo la traiciona. —Pare por favor…—suplica Sofia, pero es una suplica de no pares y él lo sabe, eso es jodidamente sensual para él —¿Qué quieres realmente?— Leo sube su mano para llegar a la entrepierna de Sofia, le gusta lo que esta tocando —Yo… no lo se— balbucea cerrando sus ojos y en ese momento él la detalla, le mira el rostro, es perfecto, sus cejas bien pobladas y definidas, sus largas pestañas que hacen juego perfecto con sus ojos, esos ojos que lo miran c
La señora Minerva le sonríe a Sofía, la cual está ansiosa por saber dónde conoció a su madre. —Fue una buena empleada, trabajó para mí, en una de mis propiedades. Era dedicada a su trabajo y nadie hacía mejor el trabajo del oficio que ella. Era muy pulida y le gustaba que todo quedara perfecto, incluso el piso reluciente —mientras le comenta, Minerva recuerda cómo la madre de Sofía limpiaba la casa—. Era amable y hablaba de ti con mucho amor y cariño. Ella me había mostrado una foto cuando eras pequeña y cuando te vi por primera vez pensé... la he visto antes. Luego sentí en mi corazón que debías ser tú y por eso te llamé. Al saber que te llamabas Sofía Mangano, recordé aún con mayor razón las palabras de tu madre. Sé que tú y yo iniciamos con el pie izquierdo, Sofía, pero no soy tu enemiga, soy tu mano amiga. Hubiera deseado hacer más por tu madre —pasa saliva y mira a Sofía llorar—. Tuve que viajar porque mi vida ha sido complicada, agitada; era poco el tiempo que tenía para hablar c