375. EL ENCUENTRO CON EL CAPITÁN MILLER
Camelia guardó silencio al escuchar aquellos comentarios, asimilando que tenían razón. Sin embargo, le era más cómodo encargarse personalmente del cuidado de los niños. Siempre le parecía que las auxiliares no lograban hacerlo con la misma eficacia que ella. Ariel, atento, la tomó del brazo, y juntos salieron rumbo al lugar.
Quedaron asombrados al llegar y observar todo lo que el capitán Miller había logrado en el mes que ellos habían estado ausentes. El edificio había sido remodelado y pintado; los jardineros habían arreglado el jardín, y las cercas ahora eran más altas. Los niños practicaban deportes bajo la supervisión de entrenadores, y sus risas y expresión de felicidad llenaban el ambiente. Cerca, las auxiliares se relajaban al sol mientras cuidaban a los más pequeños.
—Increíble lo que ha hecho en solo un mes —murmuró Camelia, incapaz de ocultar su asombro.
—¿Ya ves que no tenías por qué preocuparte? —preguntó Ariel, con una sonrisa que mostraba satisfacción—. Tendríamos