200. SECRETOS FAMILIARES
Mientras en el despacho, la señora Gisela le alarga unos papeles al señor Rhys, que los abre y se pone a leerlos detenidamente. Al terminar, le dice que no es necesario que haga eso.
—Deseo, primero que todo, agradecerle eso que propuso hacer —inicia la anciana con firmeza—. Me demuestra que dejaré a mi Camelia en buenas manos cuando ya no esté. Quiero que ayude a esos chicos a ser felices. Y que, aunque esa muchacha no se lo merece, se asegure de que lleve una vida recta. No sé cuándo Marilyn saldrá de la cárcel, pero es mi nieta también.
—Marilyn tiene fuertes cargos en su contra, señora Gisela. Los habitantes del pueblo la han acusado de muchas cosas ahora —le recuerda el señor Rhys.
—Lo sé, y debe pagar por lo que hizo. No le estoy pidiendo que la saque de la cárcel. Solo que, de vez en cuando, vean cómo le va, sol