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Acaban de terminar de desayunar y May se disponía a recostarse en el sofá cuando el timbre se disparó sobre sus cabezas.
— Ve tú, ¿quieres? — dijo, tendiéndose a lo largo. Desde allí, contempló como Lesta, perezoso y casi arrastrando los pies, iba a la puerta para abrirla.
Durante unos segundos, May no supo bien que ocurrió. Lo oyó gruñir un "¿puedo ayudarte en algo?" y luego nada, silencio y un aparente enfrentamiento. O eso parecía. Ella se encontraba en un mal ángulo y la figura corpulenta de su amigo no contribuía a mejorar su visión.
— Lesta, ¿quién es? — pregun