Los niños lloran.
Isabella había escuchado la voz de su padre y había despertado un poco.
— Miren nada más lo que hicieron, despertaron a Isabella. No recordaba que los hombres Rossi fueran tan ruidosos. — Alba Rossi regañaba a su esposo y a su hijo.
— Isabella querida, ¿Cómo te sientes, princesa? Cuéntaselo a tu padre.
Isaías Rossi se acercó a la camilla de hospital donde la bella chef descansaba. Le tomó la mano para que sintiera su apoyo y esperó su respuesta.
— Papá, me alegra que vinieras, siento que me han torturado como si fuera una criminal. Me dolió muchísimo dar a luz a la bebé.
— Ohhh cariño, ese ruso parece que disfruta hacerte sufrir al ponerte bebés en el vientre, dar a luz siempre es muy doloroso, debería ser más considerado, y no maltratar demasiado tu cuerpo.
— Definitivamente este es el último bebé que le daré a Sergey, no creo poder soportar de nuevo pasar por estos dolores. ¿Tienes algún problema con eso, Sergey?
— Por supuesto que no, Isabella, creo que cuatro