La familia de Adriano lo protegerá.
En la mafia las cosas eran así, la venganza y las cuentas pendientes se cobraban con sangre, con la vida de por medio.
— Voy a llevarle un poco de comida a Fiorela, tampoco es que la quiera matar de hambre antes de la boda. ¿Crees que el abogado acepte llevar mi caso? Parece muy arrogante y engreído.
— Aunque lo sea Pietro. Son demasiados millones de dólares los que le estamos ofreciendo, tienen que tentarlo, ¿No lo crees así? — El señor Ribak le respondía a su hijo.
— Claro, no hay quien se resista a decir que no a esa enorme cantidad de dinero, papá, estaría loco si lo rechazara.
El jóven mafiosos subió las escaleras hasta la habitación en donde había dejado a su futura esposa. No llamó al entrar aunque le sorprendió que no estuviera cerrada con seguro la puerta.
— Fiorela. Te traje agua y comida ¿Dónde estás?
A simple vista en la habitación no se encontraba nadie, Prieto Ribak buscó entomces en el sanitario pero tampoco la encontró.
— ¡Hija de...! ¡Te has atrevido