Algún lugar de Noruega
No habían pasado dos días desde que Lara hiciera llamar a los miembros del Concejo de las Razas. Olvidando la deferencia que había tenido para con ellos la primera vez, en esta ocasión no se molestó en buscar refugio seguro y libre de posibles acechantes, sino que eligió la estepa como única defensa mientras el campamento stark, los postreros residuos de su raza peregrinaban a Austria como última carta de salvación.
La Madre los había convocado y los rectores acudieron. Llegaron con el mismo sigilo que caracterizaba a cada criatura de la noche, preparándose para las malas nuevas que recibirían. No era un secreto que Ius había hecho un movimiento no solo arriesgado sino también mortífero, llevando a término gran parte de sus planes de erradicar a sus enemigos, y era obvio que