Capítulo 5.

Quizá todas las hormonas en su sistema le impedían que sintiera que prácticamente estaba siendo mi mordedera personal.

Mañana le dolería, estaba segura.

No sé por qué no podía resistirme a seguir oliendo más de ese delicioso aroma... o saborearlo.

De hecho había dejado que él siguiera pensando que era una vampira. ¿De qué servía negarlo cuando le clavaba mis colmillos cada par de kilómetros?

No sonaba real.

-¿Estamos cerca? - Preguntó él jadeante.

-Ajá. - Dije separando levemente los labios de su piel. - Justo al doblar la esquina. Ese enorme granero, puedes estacionar donde quieras.

-Gracias, dulce señor. - Dijo él con un nuevo gemido.

Quizá me hubiera reído si no estuviera ocupada.

Justo como le dije, él se estacionó y después de apagar el motor bajó conmigo encima.

-Uh... ¿Tienes las llaves?

-Solo toca. - Dije dándole una nueva mordida.

Obedientemente lo hizo.

En seguida se abrió la puerta y mi hermano gruñó. Duncan se tensó, así que giré al cabeza jadeante.

-Ve por papá. ¡Rápido!
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