Capítulo 32. Epílogo Segunda parte.
También había estado hablando con mi manada, cosa extraña para decir, porque quería saber sus opiniones sobre una mudanza más permanente en el pueblo. Quizá comprar una de las pocas granjas abandonadas y adaptarlas para que todos pudieran vivir allí porque me negaba a vivir en el granero oscuro que habían llamado hogar.
Nueva administración, nuevo hogar y todos felices.
Mientras yo me encargaba de eso, ellos seguían como invitados en la manada del señor Linden.
El tercer más grande cambio surgió cuando desperté tres días después del incidente de Esteban y me encontré con que un montón de camiones se estacionaban en la calle frente a mi casa.
Solo era mi mala suerte el hecho de que el alcalde hubiera vendido una parte de nuestro bosque para hacer un centro comercial o alguna m****a.
Mis mañanas consistían en martilleos sin fin y comida gratis. Si, la comida fue un medio de soborno para que no llamaramos al sheriff cada cinco minutos debido al ruido que hacían.
El cuarto cambio e