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Necesitaron una orden policial, lo cual tardó un poco, a pesar de que ambos tenían buenos contactos dentro. Entraron junto con el conserje del edificio y a David lo alivió que al menos no había ningún olor sospechoso en el ambiente.

Las luces estaban apagadas, todo parecía normal en la oscuridad.

—¿Maurice? –llamó David, con voz preocupada. Daniel encendió la luz, pero no lo vieron—. Miraré en la habitación –dijo Daniel al tiempo que se encaminaba a ella.

David lo encontró. Estaba detrás del sofá, sentado en el suelo, con los ojos abiertos mirando el suelo. Se agachó de inmediato y llamó dando voces a Daniel.

—¿Maurice? –pero él no reaccionó. Le tomó el pulso, pero al tocarlo, descubrió que tenía la temperatura altísima.

—¿Está vivo? &

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