Capítulo 06

Layla sé dió cuenta de que no sólo su brazo y mano estaban heridos,al mirar hacia abajo pudo notar la herida abierta en su pierna y parte de su pie derecho,por su cabeza pasó el llamar a Henry pero se negó a hacerlo debido a la situación que hace nada vivieron,Layla estaba segura de que el hombre no prestaría atención alguna a sus heridaa y la dejaría ahí sola,además de que no tenía el número de teléfono de su engreído esposo.

Finalmente después de unos cinco minutos pensando lo que era o no buena idea decidió llamar a un número privado que se sabía de memoria.

—¿Hola?—contestó una voz masculina al otro lado.

—¿Puedes venir? Por favor—la chica se sentó en la solitaria silla de la habitación en la que se encontraba.

—¿Layla?—la voz del otro lado pasó de un tono despreocupado por su entorno a exaltación total.

—Te necesito—y con solo esas dos simples palabras hizo al chico correr en busca de las llaves de su auto.

—Pásame la ubicación de donde estás,estaré ahí en dos segundos—Layla le agradece y cuelga para enviar la ubicación al chico.

Matías era su psicólogo desde hacía bastante tiempo,un hombre de casi treinta y cinco años que la escuchaba con atención cuando quería y necesitaba,era su única salvación en esos momentos y Matías era en la única persona de su familia en la que Layla confiaba con totalidad.

Luego de aproximadamente unos diez o quince minutos el hombre llegó hasta ella,sin decir palabra alguna buscó el botiquín de primeros auxilios para desinfectar y vendar sus heridas,la rubia lo miraba con tristeza en sus ojos,Matías sabía lo que la chica pensaba y le sonrió.

Layla se negó a ir al hospital,a penas llevaba unos días de casada y no quería llamar la atención o armar un alboroto por algo como eso,ni dar explicaciones de como se había lastimado de esa forma.

Matías estaba preocupado de que su prima estuviera sufriendo violencia doméstica,no estaba para nada de acuerdo con todo el desastre que se había formado gracias a los ancianos,pero sabía que Layla tampoco tenía demasiadas opciones.

—¿Estás segura de no querer ver a un médico?—la castaña asintió con una sonrisa.

—Estoy bien,solo son pequeñas heridas—su primo negó.

—No son heridas superficiales que se curan solas,deberías ir al hospital tu brazo y pierna necesitan suturas—Layla negó con rapidez.

Era algo imposible según ella,no quería hacer todo un alboroto por algo tan pequeño y sin importancia,el hombre negó.

—Fue él ¿cierto?—la mujer lo mira sin decir una palabra.—¿El se atrevió a tanto?

Matías había comenzado a entrar en pánico,Layla negó con rapidez tratando de explicar lo que había sucedido.

Lo que menos necesitaba ahora era que todo se convirtiera en un lío con la familia de su esposo y con éste mismo.

Lo que la chica necesitaba era seguir con tranquilidad el plan de mantener todo en completa tranquilidad hasta que pueda encontrar la forma de acabar con todo eso del maldito contrato.

—Te llevaré hasta la habitación para que descanses un poco.

—Gracias,en verdad no sé que sería de mí sin tí.

—No tienes que agradecer por nada,somos familia—un beso en su frente y una sonrisa dulce fueron lo que la muchacha recibió por parte del mayor.

—Mi infancia tuvo algo de color gracias a tu ayuda,siempre estás ahí para mí—el hombre acarició el largo cabello color oro y Layla sonrió.

—Ya basta de cursilería—Guardó el botiquín y sé volvió hacia su prima.

Matías la tomó de la mano con cuidado para guiar a la joven hasta la habitación que compartía con su esposo,la ayudó a acostarse y se despidió de ella luego de darle un analgésico para que el dolor se le pasara,insistió en que fuera a ver un médico pero la joven se negaba rotundamente.

Cuando el hombre se disponía a salir de la casa por casualidad se tropezó con Henry,el protagonista lo mira por encima del hombro pensando en que hacía ese desconocido en su propiedad.

Mira al hombre con el ceño fruncido y Matías habla.

—Estás casado con Layla hace a penas unos días y ya la tratas como si fuera una muñeca de cartón—Henry se paró frente al hombre un poco más bajo que él—No tienes derecho alguno a tratarla así.

—¿Y tu quién m****a eres?—preguntó mirándolo de arriba a abajo.

Layla al ver por la ventana a su esposo hablando con Matías se vistió con rapidez,lo primero que encontró fué un vestido largo que cubriría la notoria herida en su pierna y se cubrió con un saco para cubrir su brazo.

Bajó las escaleras lo más rápido que sus heridas se lo permitieron antes de que las cosas se pusieran más complicadas.

—Matías es mi primo—explicó con prisas.—Vino a verme después de mucho tiempo—sonrió nerviosa,Henry notó su comportamiento extraño pero lo ignoró.

—Así és y lo que espero es que la trates como se merece—ambos se miraron directo a los ojos casi dejando salir chispas de ellos.

Layla se colocó en medio de ambos hombres para evitar cualquier conflicto que los lleve a más que duras palabras,el mayor se despidió de la mujer al ver la cara suplicante de la joven.

—Mantenme al tanto—dijo a la mujer el hombre que tanto se preocupaba por ella.

Layla le sonrió,pero en cambio su esposo lo volvió a ver con esa expresión sería,una mirada que demostraba su descontento con su presencia.

—No te metas en nuestros asuntos—fué lo único que dijo el guapo hombre antes de tomar a su esposa y cerrar la puerta en la cara del mayor.

Layla siguió a Henry hasta la amplia e iluminada Sala de estar de la mansión,observó el frío rostro de su esposo y dejó ir un suspiro.

—No considero y creo que jamás lo haré, ésta casa como mi hogar—Layla lo miraba con el ceño fruncido.

Henry se volvió a verla y sonrió con frialdad,la joven dió un paso hacia atrás.

—¿Para que llamaste a ese tipo a MI casa?

Layla dudó un momento,no sabía que mentira inventar para que su esposo se creyera y no interrogara más a fondo de quién era su primo,pero antes de poder abrir siquiera la boca para decir cualquier cosa,el mayor habló.

—Ésta es MI casa,soy el ÚNICO dueño de ésta propiedad y solamente YO tengo el derecho de invitar a quién se me antoje.

Layla estaba por abrir la boca para decir su opinión pero nuevamente fue interrumpida por el hombre frente a ella.

—Quiero que entiendas tu lugar y te comportes como la invitada temporal que eres—Soltó las palabras con desprecio en la cara de su esposa.

A Layla le dolía escuchar todas esas palabras por parte de su esposo,eran como afilados cuchillos que atravesaban su piel y carne directos al corazón,estaba conciente que aquella persona de la que se encontraba enamorada desde hacía diez años se encontraba solo en sus recuerdos pero no podía evitar tener el deje de esperanza de que el hombre la recuerde y sea como cuando eran más jóvenes.

Layla solo asintió y habló con suavidad.

—Lo que ordene el señor—Henry fruncio el ceño aún más y Layla sonrió.

—No me provoques mujer—se acercó amenazante hasta ella,la protagonista tragó en seco.

No era que estuviera aterrada de Henry,pero sus heridas aún se encontraban abiertas y su pierna dolía en demasía,si el hombre volvía a empujarla no saldría lo que se llama completamente bien de esa situación.

—No has olvidado el contrato ¿cierto?—la castaña choca contra la pared a sus espaldas y niega con rapidez.

—Tu te encargas de repetir las reglas una y otra vez cada que nos vemos—habla bajo.

—Bien,eso quiere decir que entonces recuerdas con total claridad que no puedes ligar con nadie mientras estemos casados—la mujer rueda los ojos. —¿verdad?—las manos del hombre chocan contra la pared haciendo a Layla dar un pequeño salto.

—Sí,lo recuerdo bien—no se anima a ver el rostro de su esposo frente a ella.—pero Matías es solamente mí - —es interrumpida nuevamente.

—Solo mantente lejos de los hombre o de las personas que quieran coquetear—sonríe de esa forma única y escalofriante que solo Henry puede hacer. —No hagas que mi apellido quede en ridículo o pagarás las consecuencias.

Layla lo mira a los ojos después de aquella amenaza,aún no podía creer la clase de persona con la que se encontraba casada,no entendía como alguien podía ser tan frío,manipulador y calculador al mismo tiempo,en su pecho crecía esa pequeña mancha cada momento que pasaba junto a Henry,la decepción la inundaba con tristeza.

—Me cuesta creer que seas así de cruel,que de quién me enamoré no queda absolutamente nada—piensa la rubia sin dejar de ver los fríos ojos azules.

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